¿Agrarismo decimonónico o eólica?, preguntad «aos da casa»
OPINIÓN
![](https://img.lavdg.com/sc/DaVn6DFUy0xGESEO0OjI1PHTlwY=/480x/2024/05/20/00121716226502146650386/Foto/C_20240227_135204000.jpg)
Continúan las paralizaciones de proyectos eólicos, evaluados por técnicos de la Administración sobradamente capacitados, con la desgracia de haber sido planificados con menos de 50 megavatios de potencia nominal instalada.
Esa cifra marca la diferencia entre ser evaluado jurídicamente por un tribunal superior (el de Justicia de Madrid) que sigue las indicaciones del Tribunal Supremo, de la normativa europea, del sentido común; o por un tribunal (el Superior de Xustiza de Galicia) que hace una interpretación «exótica» de la norma europea y de las indicaciones del Tribunal Supremo.
Paralizar el desarrollo eólico en Galicia es sinónimo de paralizar el desarrollo industrial de nuestro país, ese desarrollo industrial al que los gallegos tenemos derecho, ese desarrollo que implica bienestar y calidad de vida para nuestros conciudadanos. El recurso eólico es uno de los fundamentos que tiene Galicia para atraer inversiones industriales, impedir su aprovechamiento es robar el futuro a los gallegos.
Hay una campaña perfectamente planificada y orquestada desde un entorno político contra este sector. La cruda realidad es que la única motivación de fondo es sabotear la política industrial que se pueda desarrollar en nuestro país y saben dónde golpear a Galicia. Inician su campaña a las elecciones europeas diciendo que son «os de casa», pero los gallegos preferiríamos que dejasen de abofetearnos y poner palos en las ruedas de nuestro futuro.
Como ejemplo, dos posicionamientos que ilustran muy bien esta situación:
La agrupación local de un partido en A Laracha lamenta la construcción de una línea de transporte eléctrico desde Monteagudo, limítrofe con Lendo, a A Laracha, línea que dará servicio a algún parque eólico pero también a polígonos industriales y pymes de toda la comarca. También podría suministrar electricidad a Celsa, a precio reducido y estable, que garantizase su viabilidad y futuras inversiones.
También pude leer un texto sorprendentemente honesto de una responsable de una asociación del entorno nacionalista en la que dice que el futuro de Galicia está en la ganadería, la pesca de subsistencia, la agricultura ecológica y el turismo (supongo que no masificado). Sería interesante que todos los gallegos exigiesen ver ese plan económico para Galicia bien desarrollado.
Mientras algunos juegan a política de patio de colegio, en el horizonte hay amenazas de cierres industriales, con miles de empleos en el aire. A modo de ejemplo, A Mariña contiene la respiración mientras los posibles compradores de Alcoa preguntan por los parques eólicos vinculados a su PPA (Power Purchase Agreement, un acuerdo de compraventa de energía limpia a largo plazo) en Ferrolterra, en espera de las inversiones en As Pontes, pendientes de parques eólicos asociados.
Galicia, los gallegos, no nos podemos permitir perder de nuevo el tren del futuro. Galicia no merece que la envíen al siglo XIX.