Europa y las asimetrías regulatorias

OPINIÓN

Christian Hartmann | REUTERS

03 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Las elecciones europeas significan un buen estímulo para el desarrollo de un nuevo marco institucional del continente y de su proyección internacional. Varios considerandos a tener en cuenta. Europa necesita un empujón para no quedarse atrás con respecto a Estados Unidos. Necesita más aliento para lograr un mercado único más competitivo, integrado e innovador. Requiere de nuevas herramientas para no estar considerado como distante por los propios participantes e integrantes del mismo. En suma, no es tanto un problema de brecha, sino de velocidad. De aquella concepción europeísta diseñada por Jacques Delors a esta última de Ursula von der Leyen dista un abismo; y la divergencia interna es cada vez más ostensible.

Uno de los principales obstáculos en la construcción europea es la no superación de los conceptos de soberanía nacional y de competitividad global. Existe la falsa idea de que la soberanía nacional es la manera de proteger los intereses como nación, lo que nos hace ser cada vez más proteccionistas y reglamentistas. En realidad, si apostamos por dichos principios, lo que estamos es limitando nuestra competitividad e imponiendo barreras y fronteras dentro de los propios países europeos. Por tanto, la única manera de competir con China y Estados Unidos es fortalecer el mercado único europeo, y no tanto defender políticas nacionales de corte particular y egoísta.

El segundo de los obstáculos es el referido a las asimetrías regulatorias. Es decir, en Europa hay un exceso de reglamentos y directivas. Cada país tiene un sistema legislativo e impositivo propio: en total, 27 sistemas. Significa, en consecuencia, que una pyme, por ejemplo, debe poseer un departamento jurídico y tributario específico para estudiar y analizar los distintos niveles de reglas y normativas. Cuando uno va a Estados Unidos tal circunstancia no existe; y con un solo régimen se opera en todo el país. Además, los mercados financieros europeos no están integrados, lo que supone que muchos ahorros europeos se vayan a EE.UU., donde encuentran condiciones más atractivas y rentables. Solo basta evaluar las grandes operaciones de inversión para detectar la presencia de instituciones estadounidenses y la ausencia de europeas.

Ahora, con las elecciones europeas debemos alentar nuevos compromisos. Hasta el momento gozábamos de la libertad de movimientos de bienes, servicios, capitales y personas. Enrico Letta, en su propuesta titulada Mucho más que un mercado, urge a la Unión Europea a implementar una nueva quinta libertad: la relacionada con lo intangible. O sea, la vinculada con la innovación, conocimientos, habilidades, datos e investigación. Se trata de impulsar una nueva identidad que sea capaz de integrar países grandes con pequeños en sus apuestas por desarrollar las transiciones medioambientales y digitales; eliminando la fragmentación existente en términos de competitividad, integración de los servicios financieros, apuestas energéticas, selección de inversiones públicas, cohesión social, mecanismos solidarios, etcétera. O sea, crear mayores oportunidades.

Dicho esto, ahora comienzan unas nuevas apuestas. Se busca actualizar y redefinir la política agraria común, la política pesquera comunitaria, las redes de transporte transeuropeas, las ofertas y uso de energías, la adopción de inmigrantes, las reformas del mercado de trabajo y la armonización fiscal, entre otras. Muchos desafíos, pero necesarios para poder rivalizar con Estados Unidos, con los que hemos perdido el 20 % de productividad, o un tercio en lo que respecta a la renta per capita, desde la década de los años noventa.