Tiene 11 años y su trastorno neurológico
Valeria es una niña de 11 años que padece un trastorno del desarrollo neurológico de origen genético extremadamente raro, que le afecta a todas las áreas del desarrollo, presentando discapacidad intelectual severa, alteración en el lenguaje y rasgos TEA, entre
otros. A pesar de sus limitaciones, y gracias a la estrecha colaboración que se ha podido mantener en los últimos años entre escuela y familia, se ha conseguido un cambio espectacular en Valeria. Hoy es una niña alegre, sociable y cariñosa, que acude al colegio con ilusión todos los días.
Como familia siempre hemos intentado proporcionarle todos los medios y recursos a nuestro alcance para procurarle bienestar y conseguir la mayor autonomía posible. Hace unos años, conocimos la existencia de los comunicadores dinámicos, dispositivos electrónicos que suponen una herramienta de ayuda para personas con problemas complejos de comunicación, que les ayudan a comunicarse, expresar sus necesidades, deseos, etcétera. Nos pareció algo muy útil para nuestra hija y desde hace dos años, Valeria cuenta con su comunicador, conseguido tras habernos formado y con medios propios.
Durante todo este tiempo, hemos intentado que esta ayuda técnica, que, en muchos casos, es implementada desde los propios centros, y cuyo uso ha sido recomendado por distintos profesionales de la sanidad pública, se incluyera en el programa de trabajo de nuestra hija, pero, a día de hoy, no solo no lo hemos conseguido, sino que a raíz de la discrepancia, el colegio ha decidido suprimir totalmente la comunicación y coordinación que veníamos manteniendo, y todo esto con el beneplácito de la Consejería de Educación.
Valeria tiene problemas complejos de comunicación, apenas tiene lenguaje oral, y tampoco capacidad para poder expresarse. Con estos condicionantes, lo lógico sería pensar, que, desde la escuela pública, se proporcionasen medios que la ayudasen a comunicarse, y que a su vez se tomasen medidas para reforzar la comunicación colegio-familia, con el fin de intentar garantizar la equidad educativa.
La realidad es que, como familia, actualmente no tenemos ninguna información del día a día de nuestra hija en el colegio, ni tampoco del trabajo que realiza, con lo que no podemos acompañarla en su aprendizaje, al igual que el resto de las familias hacen con sus hijos e hijas. Ella no nos lo puede contar, y el centro considera que los medios para comunicarnos deben ser, ahora, los mismos que con el resto del alumnado.
No hay criterio ético ni pedagógico que sostenga tal actuación por parte del centro. Creemos que un colegio puede equivocarse y tomar decisiones que perjudiquen a una alumna, pero lo más lamentable de todo esto, es que, tras meses de demandar apoyo e intervención a los Servicios de Inclusión e Inspección Educativa, estos, se han limitado a respaldar al centro educativo con un corporativismo inadmisible, alegando que se trata de un centro ordinario y la normativa es igual para todo el alumnado, demostrando que lo que menos les importa es el bienestar de la niña.
La situación del alumnado con necesidades educativas especiales en el Principado de Asturias es alarmante. El caso de Valeria es solo uno más. Somos una comunidad autónoma sin normativa específica que regule las ayudas y recursos adicionales que precisan, y esto no solo les afecta a ellos, sino también a los docentes. La Lomloe es muy clara: adopta la educación inclusiva como principio fundamental con el fin de atender a la diversidad de las necesidades de todo el alumnado.
Consideramos que no es justa la «solución» que se nos plantea, cambiar a nuestra hija a un colegio de educación especial, donde se nos va a garantizar información del día a día de la niña, coordinación con profesionales externos y la incorporación inmediata de su comunicador en su programa de trabajo, menos aún, cuando la Ley de Educación actualmente promueve la total inclusión de los niños en los centros de educación ordinarios.
Sabemos que nuestro caso ya no tiene solución. Valeria debe segregarse a un colegio de educación especial. No va a poder finalizar su etapa de educación primaria y graduarse el año que viene con sus «maravillosos compis», que la han sabido comprender. El sistema nos ha fallado. Como familia afectada pedimos que se legisle ya para garantizar los derechos de uno de los sectores más vulnerables de la sociedad. José María Fernández Parrondo, Inés Corredoira Pérez. Gijón.
Patos, la playa y la basura
El 1 de julio llegué a la playa de Patos para disfrutar de unos días de este maravilloso rincón, como hago desde hace más de 30 años. ¿Y qué me encuentro en la playa? Suciedad, abandono y desidia de los gobernantes responsables. Hoy, 1 de julio, es el comienzo de la temporada de vacaciones y la playa está sin limpiar. Es normal que en los meses de invierno los temporales y el oleaje se lleven una parte de la arena de la playa, pero esa arena se puede reponer para que los locales y los visitantes puedan disfrutar de lo que siempre ha sido este arenal acogedor, bonito y agradable. El pasado año desde estas mismas páginas comenté el mal estado de una escalera y el riesgo real que había de producirse algún accidente por caída. El Ayuntamiento fue reactivo y en unos días taparon el gran agujero. Pero este año estamos igual, el mismo agujero y el mismo riesgo de accidentes. Con lo fácil que sería arreglarlo de una vez en lugar de echar remiendos cada año. Ángel Torres Muñoz. Valladolid.
La suciedad de alimentar animales
Hace algunos años, el Concello de Ourense andaba a la busca y captura de una anciana que se dedicaba a alimentar a animales de la calle. El domingo, desayunándome con La Voz de Barbanza, me quedé igual de estupefacto. Parece que los concellos han emprendido una guerra contra la basura en las calles y sus objetivos incluyen a los que alimentan animales abandonados. Se menciona a los concellos de Porto do Son y Noia. Según la noticia, la Policía Local de Noia denunció a una persona por alimentar a los animales en la calle, y aclara: «debido a la suciedad que ello implica». Puede que para mucha gente esto pueda parecer razonable, pero a mí este tipo de noticias me cuesta un mundo digerirlas. Alimentar animales abandonados en la calle es un sentimiento noble y humano que nunca en la vida debería ser sancionado o denunciado. Fernando Antonio Sánchez. Ribeira