Decía Umbral que el deporte es la estilización de la guerra. Toda guerra tiene sus héroes y la última eurobatalla tuvo el suyo, un adolescente de diecisiete años cuyos goles y buen hacer futbolístico lo han encumbrado a la gloria.
Han comenzado las Olimpiadas y veremos coronar de laurel a muchos otros héroes guerreros/deportistas, quizá no tan jóvenes, pero si triunfadores en batallas de deportes minoritarios que no les otorgarán tanta fama. Normalmente, los héroes de las guerras no suelen ser adolescentes, aunque son muchos los que mueren en las guerras de verdad sin gloria alguna.
El caso de Lamine Yamal es muy parecido al de Pelé, quien también se proclamó campeón del mundo con diecisiete años en el Mundial de Suecia de 1958, o al del mismo Maradona, que debutó con solo quince años.
Lo que diferencia a estos héroes imberbes no es su precocidad, sino el tiempo en que les tocó vivir sus triunfos. El éxito de Pelé se dio en un mundo sin globalizar, donde el fútbol no era el formidable negocio que es hoy en día.
El mundo de los nuevos ídolos adolescentes del fútbol es más complicado porque la globalización los adultiza de forma inmisericorde, valen su peso en oro, sus parejas son influencers, modelos, famosas de pasarela que pasean en yates, coches de alta gama y todo tipo de lujos, algo muy difícil de digerir a esas edades. Piensen ustedes cómo era su mundo cuando tenían quince, dieciséis o diecisiete años e imagínense arrojados a un mundo así, no lo tendrían nada fácil.
En la etapa adolescente se juega la conquista de tres íes determinantes para la evolución de la personalidad: identidad, independencia emocional e intimidad. En el proceso de construcción de una identidad se hace necesaria la identificación con un otro o un grupo; no es fácil para un ídolo adolescente identificarse con alguien cuando todos sus pares generacionales se identifican con él. Tampoco es fácil ensayar una independencia emocional cuando la familia es quien suele gestionar la cartera de valores del joven. Y ya no digamos la dificultad, prácticamente imposible, de construir una intimidad siendo pasto de redes sociales.
Todos los deportistas de élite son gente especial por todas estas condiciones en las que tienen que crecer y madurar, y mucho más en estos tiempos de cristal donde la vida se hace transparente, donde se escudriñan desde su corte de pelo, hasta su ideología política cuando aún carecen (adolescencia viene de adolecer) de formación e información que no sea la opinión que las masas crean y proyectan sobre ellos. Muchos se perdieron en esa gloria temprana, Marisol, Joselito y tantos más.
Confiemos en que nuestros actuales héroes sigan divirtiéndose jugando y no jugar a divertirse.