«Game over»: España entrega a Cataluña la «llave de la caja»
OPINIÓN
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Casualidad o no, resulta paradójico que justo cuando parece que, por fin, va a caer uno de los regímenes que más tropelías ha cometido y derechos ha cercenado a sus ciudadanos desde que en 1999 Chaves tomó el poder, nuestro país, España, ese que en tiempos pasados fue una potencia mundial, sigue escribiendo páginas de una triste historia con idéntico parangón.
La diferencia, no obstante, es notable, pues la perpetuidad en el poder como único fin implica, en nuestro caso, concesiones de todo tipo que hacen que la nación se rompa como consecuencia de un constante ataque a un Estado de derecho que, aunque mejorable, tanto costó alcanzar.
Todos sabíamos que tras las elecciones la gobernabilidad de España iba a ser difícil, por no decir imposible. Algunos pensaban que era posible que, con motivo del primer órdago, se volvieran a convocar elecciones. Otros pensábamos que, siendo lo único importante el poder, todo era posible, pues el límite de tal ambición sería la codicia de sus socios.
Con las instituciones del Estado controladas, un Constitucional entregado, un poder judicial sin medios humanos ni materiales y el BOE bajo su dominio, el Gobierno de España entrega a Cataluña la «llave de la caja» o, lo que es lo mismo, plantea una profunda reforma del sistema de financiación de las comunidades autónomas, pasando por una reforma previa de la Constitución Española, pues no en vano ninguna comunidad autónoma hoy en día tiene cedida y gestionada la totalidad de los impuestos.
El Gobierno, a cambio de la presidencia de Illa, permitirá que Cataluña salga del régimen común, pasando a gestionar, recaudar, liquidar e inspeccionar el 100 % de los impuestos que se pagan en Cataluña, con previsión de que el primer año en que implantará este régimen será el 2025.
Las consecuencias que derivan de la penúltima decisión de este Gobierno son impredecibles e incalculables, mientras que la implementación de una agencia tributaria catalana desconectada de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria siembra más dudas sobre su gestión y finalidad que sobre su puesta en marcha.
En definitiva, nos encontramos ante uno de los mayores varapalos a nuestra Constitución, una profunda modificación del sistema de financiación de las comunidades autónomas a la medida de Cataluña y tras la que, sin género de duda alguna, se tratará de implantar una armonización de tributos cedidos en los que se perseguirá la fijación de tipos mínimos. En fin, un futuro tan negro como incierto de un país a la deriva.