Los Juegos del ego

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

YOAN VALAT | EFE

01 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El tenis fue deporte olímpico en la primera edición de los Juegos (Atenas, 1896) y después de la séptima (París, 1924) fue eliminado del programa, no siendo recuperado hasta 1988 (Seúl), cuando se aceptó la entrada de los tenistas profesionales. Obviamente, en el máximo acontecimiento deportivo mundial, que además solo se celebra cada cuatro años, es lógico que estén presentes el tenis, el golf o el fútbol, pero ni por asomo tienen la relevancia de las tres disciplinas consideradas los pilares del olimpismo —atletismo, natación y gimnasia— o de otras con una larga tradición de competición y rivalidad como el baloncesto. Por eso chirría la atención que se les presta estos días a Nadal, Alcaraz o Djokovic, que ya son protagonistas el resto del año en los torneos del Grand Slam, infinitamente más relevantes y con un cuadro muchísimo más complicado.

Que Rafael Nadal tuviera más focos puestos en él en la ceremonia de inauguración que Carl Lewis y Nadia Comaneci, dos de las máximas leyendas de los Juegos, con los que compartía barco por el Sena, es absurdo. El Hijo del Viento fue nueve veces campeón olímpico entre Los Ángeles 84 y Atlanta 96, en disciplinas como 100 y 200 metros y salto de longitud. Y qué decir de la gimnasta rumana (cinco medallas de oro, tres de plata y un bronce en los Juegos), convertida en mito desde que en Montreal 1976, con solo 14 años, obtuvo el primer 10 de la historia en un ejercicio, que apareció como 1,00 en los marcadores electrónicos porque no estaban preparados para mostrar una puntuación de cuatro dígitos.

Nadal es también una leyenda del deporte, uno de los mejores tenistas de todos los tiempos, pero es cuestionable su participación en el torneo individual cuando actualmente ocupa el puesto 161 en el ránking ATP y hay otros siete españoles (además de Alcaraz) por delante de él, a algunos de los cuales les habría encantado estar en unos Juegos: Pedro Martínez, Alejandro Davidovich, Roberto Carballés, Jaume Munar, Roberto Bautista, Albert Ramos y Oriol Roca. Pero ha podido más el ego de ese «último baile», de portar la antorcha y de pasearse por la villa olímpica entre flashes y peticiones de otros deportistas para hacerse fotos con él.