El telele

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

Glòria Sánchez | EUROPAPRESS

04 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

No hace mucho tiempo que el verano era una época apacible, de cierto apaciguamiento informativo. No solía pasar nada relevante y si pasaba, se posponía un tiempo hasta que la canícula aflojara y cada mochuelo regresase a su olivo. Pero esa tregua de churrasco verbenero, playita y montaña acogedoras del dolce far niente, parece que en el mundo globalizado se han ido al guano y no hay lugar donde esconderse de tanto agobio ambiental.

El año pasado nos llevaron a votar en pleno mes de julio y estuvimos entreteniendo el vermú y los conciertos con las víctimas de las guerras de temporada, las comitivas de cayucos, los incendios inmisericordes y olas de calor nunca vistas. Este año está siendo igual o peor, porque entre las mismas catástrofes retransmitidas en directo se mezclan las olimpiadas, la Eurocopa, las elecciones en Venezuela, el concierto de viento catalán, la borriquilla de Puigdemont que no acaba de desfilar, el culebrón de Begoña Gómez (esposa de Sánchez), la catástrofe de Gaza, el deterioro cognitivo de Biden y la tensión iraní. Un sin vivir que hace imposible relajarse y centrar la atención en el vermú charlando de trivialidades con los amigos.

Todo el paquete de miserias veraniegas de los últimos años también vienen envueltas en los inquietantes seminarios infográficos sobre el tiempo que nos dan a diario todos los informativos y que resultan redundantes a la hora de agobiar al ciudadano con amenazas de temperaturas nunca vistas: 42 grados en Córdoba, Madrid, Logroño o Andalucía (las mismas de siempre desde que tengo abuso de razón). Consejos de Perogrullo para combatir el calor y número de fallecidos relacionados con la temperatura del verano.

En definitiva, que nos va a dar un telele.

«Telele»: soponcio, jamacuco o patatús producido tras una situación de angustia o susto muy grande. Se trata de un síncope neurocardiogénico desencadenado al disminuir bruscamente la frecuencia cardíaca y la presión arterial que, considerando que estamos en otro verano intenso, tienes muchas más probabilidades de que te dé.

En Venezuela le llaman «yeyo», sinónimo de mareo o desmayo que sufre una persona por una impresión o un estado de nervios muy fuerte, un yuyu vaya.

Solo quedan dos opciones: o conectarnos con el mundo y asumir la alta probabilidad de que te dé un telele; o desconectarte del todo, no ver, no oír y no hablar de nada que no sea el helado, la paella, la cerveza o el vermú.

Ya llegará el veroño y con él la vuelta al casco, la trinchera, las temperaturas más bajas nunca vistas, la subida del combustible y las luces de Vigo encendidas en el puente de todos los Santos.

Con lo tranquilos que estábamos.

En Galicia llueve, menos mal.