Josep Borrell nunca ha tenido pelos en la lengua. Sin duda, es un personaje respetado, tanto en la política española como en la internacional. Y tiene algo que escasea hoy en día. Exhibe una libertad de pensamiento muy alejada de los argumentarios partidarios que repiten como papagayos los miembros de cada ejército ideológico. Cuando Borrell habla, se le escucha.
Y eso es lo que ha hecho. En una entrevista concedida a El País ha reconocido que las últimas medidas tomadas por el Gobierno han contribuido a pacificar la situación catalana. Pero, al mismo tiempo, deja al desnudo el plan de Sánchez de cambiar las estructuras de España y pasar de un estado autonómico a uno federal, cuando no confederal.
Sobre el concierto, dice Borrell: «Es un salto hacia la soberanía fiscal de Cataluña. Seguimos haciendo cambios estructurales del modelo de Estado en función de las coyunturas electorales. Ha sido así con unos y con otros. Lo propio de los sistemas federales es tener impuestos federales. Como el IRPF en EE.UU.». Y vuelve a desmentir el discurso independentista según el cual su comunidad está infrafinanciada: «Según la última liquidación, no la hay [infrafinanciación] en relación a las demás autonomías. Cataluña recibe proporcionalmente a su población y aporta en función de su PIB. En los últimos 20 años ha estado en torno a la media; hoy está en el 101 %. Murcia, Andalucía, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha están peor. Pero el sistema es mejorable, necesita una mejor nivelación».
Finalmente, sobre el nuevo sistema que se avecina, dijo: «Para mí este modelo es más confederal que federal». Es decir, un cambio radical en la forma de estructurar el país que pretende hacerse por la puerta de atrás con el único consenso del PSOE con ERC y con el único interés de tener a Illa en la Generalitat. Una confederación es una agrupación de estados soberanos que tienen ciertos puntos de acción en común. Pero a diferencia de nuestro sistema actual, la soberanía no recaería en España, sino que lo haría sobre cada uno de los componentes del grupo de pequeños Estados que la configuren.
Y esto son palabras mayores. Algo que no puede decidir solo Pedro Sánchez y mucho menos en comandita con un partido abiertamente enemigo de España. Cambiar nuestro modelo constitucional exigiría no solo un consenso partidario mucho más amplio del que existe y un paso por las urnas para que fuera validado por todos los ciudadanos de lo que ahora mismo es el Estado español.
Sánchez se está arrogando responsabilidades que no le competen, por muy presidente del Gobierno que sea. Una cosa es que haya sido elegido por la ciudadanía para que la represente y otra muy diferente es que él usurpe la soberanía a los propios ciudadanos. Por ello es buena la intervención de Borrell, un socialista que a la mínima pone un asterisco a un presunto superior (por lo menos, en el partido). Mejor irían las cosas en España si los partidos tuvieran una militancia crítica y no un rebaño de seguidores.