
Un aspecto poco conocido en estos momentos en que la crisis parece afectar a la industria marisquera en Galicia, tanto de la modalidad flotante (bateas) como la que se desarrolla sobre los fondos marinos, es el importante papel que juega este recurso económico de Galicia en la lucha contra el cambio climático. El mejillón cultivado desde los años 70 en las costas gallegas pertenece a la especie Mytilus Galloprovincialis. Se trata de una especie introducida desde el Mediterráneo, un mar caracterizado por aguas mucho mas cálidas que las del océano Atlántico. Por ello, mal se entiende que un organismo originario de aguas muy cálidas pueda verse afectado por un supuesto calentamiento del agua de las rías de Galicia.
Galicia es la tercera productora mundial de mejillón, después de Dinamarca, la mayor productora del mundo, y de China, la segunda. La concha del mejillón (como la de otros moluscos que crecen en las aguas de Galicia) es un residuo marino abundante formado casi al 100 % por CaCO3, carbonato cálcico, que se rechaza. En las 3.300 bateas distribuidas por el litoral gallego se producen unas 270.000 toneladas de mejillón al año y su procesado en la industria conservera genera miles de toneladas de conchas. A ellas debemos añadir las de otra producción marina similar: almejas, navajas, ostras, etcétera (es curioso, pero esta fracción mineral de los moluscos marinos se incluye en el precio del marisco). El carbonato cálcico de las valvas de los moluscos marinos (o continentales, recuérdese que en los ríos, a pesar de ser de agua dulce, por tanto de pH ácido, también vive una variedad de mejillón, la especie Margaritifera margaritifera) se forma por la combinación del CO2 disuelto en el agua (procedente de la atmósfera) con el calcio en disolución en aguas marinas y continentales. Esto explica el papel de estos moluscos como sumidero de CO2, sea de origen antrópico o no. Solo en las rías gallegas se fijan anualmente 91.167,395 toneladas de carbonato cálcico (o, si se prefiere, 10.800 kilos de carbono). Se ha achacado a muchas causas la crisis en el cultivo del mejillón en las rías gallegas, pero, a la luz de estos datos, ninguna (calentamiento de las aguas, acidificación de las rías, contaminación) la explica. Habría que pedir a los biólogos que trabajen algo más en las razones biológicas que explican esta crisis, tal vez tomando como referencia el mejillón de río, que parece blindado a la extrema acidez de las aguas fluviales.