Las biografías y los currículos recogen los hechos más destacados de las personas. Es, por decirlo de alguna forma, el resumen de sus vidas. Aquellos que hacen un recuento de sus grandes méritos. Pero hay otros aspectos de las vidas que, sin ser siempre tan destacados, sirven para definir a la auténtica persona. Su calidad, su personalidad y la bonhomía de esas personas. Y que ayudan a entender mejor sus vidas. Y sus logros.
De Santiago Rey se ha destacado siempre su capacidad de liderazgo empresarial como editor de La Voz de Galicia en particular y de medios de comunicación, en general. Liderazgo que puso de manifiesto poniéndose, en sus años jóvenes, al frente de un periódico que imprimía unos miles de ejemplares y llevándolo a ser el cuarto de España. Muy por encima de los que se editan en comunidades con una masa de población muy superior. Creando una corporación, de las más grandes del país. Compitiendo mano a mano con las asentadas en las grandes ciudades. Liderando y creando proyectos informativos y de asociaciones profesionales y empresariales. Nadie fue capaz de discutir nunca su capacidad de liderazgo. Y de iniciativa.
Y a partir de hoy se va a seguir haciendo, si cabe con mayor fuerza. Pero hay un aspecto que confirma ese liderazgo a la vez que añade personalidad, empatía y respeto hacia quienes con él trabajaron. Quienes trabajamos durante años a su lado le escuchamos decir en cientos de ocasiones, y no es una exageración, «tengo el mejor equipo». Lo repetía con frecuencia. E insistencia. Y vehemencia.
Santiago Rey presumió siempre de sus equipos. De todos sus trabajadores, de quienes se jactaba de que vestían con orgullo la camiseta de La Voz. Era el distintivo que los identificaba con el proyecto. Y lo de «tengo el mejor equipo» se lo decía por igual al quiosquero, al alcalde del último concello, a un ministro o a otro empresario del sector. Era como el primer lema de su proyecto empresarial.
Lo del mejor equipo lo llevaba a su vida diaria. Motivaba a ese grupo diciéndole que sin su trabajo La Voz nunca habría sido La Voz, y lo orgulloso que estaba de poder contar con su ayuda. Ese era el auténtico liderazgo de Santiago Rey. El que ejercía dentro de la Casa. Que es donde se ejercen los liderazgos. Y donde, por mucho que cueste, hay que reconocer las aportaciones de los trabajadores. Que no todos lo hacen.
Santiago Rey se nos ha ido, rodeado de su familia. Y de su equipo directivo. Ante la dolorosa expectación de toda la plantilla de trabajadores. Tengo el mejor equipo, dirá allá donde se encuentre.