Siendo optimistas, diríamos que la política es el arte del gobierno de los estados con el objetivo de facilitar la convivencia de los individuos. La política por excelencia está vinculada a regímenes democráticos, en los que la voluntad del pueblo legitima la conformación de un Parlamento.
Escucho al presidente Pedro Sánchez que gobernará de acuerdo con una hoja de ruta y de espaldas al Congreso y el Senado. Lo dijo con claridad meridiana; puntualizo, quizá no fue tan claro. Su afirmación viene precedida por acontecimientos increíbles como la no detención de Puigdemont o la puesta en marcha de una ley de amnistía cuestionada, una ley trans mal diseñada y elaborada y una ley de vivienda que no acaba de solucionar un problema que por la falta de respuesta política durante décadas está ahogando la sociedad. Esto no es política. Es una trapallada.