Israel-Palestina: sin salida

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Un ataque de Israel contra un campo de refugiados en Gaza.
Un ataque de Israel contra un campo de refugiados en Gaza. Contacto / Rizek Abde | EUROPAPRESS

16 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La guerra de Israel, que comenzó el 7 de octubre del 2023 en respuesta a un ataque de Hamás desde la Franja de Gaza, ofrece ahora un balance bélico brutal con más de cuarenta mil gazatíes muertos desde que estalló la contienda y sin ningún horizonte de paz a la vista. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha dirigido y sigue dirigiendo la brutal represalia de Israel, sin que un futuro de acuerdos asome por ninguna parte. Quizá porque la piedad no es una cualidad que adorne al estadista israelí.

La situación se caracteriza básicamente por la realidad de que todos los mediadores han fracasado en el intento de reconducir el proceso y alcanzar la paz. El intento más reciente ha sido el del jefe de la diplomacia europea, el español Josep Borrell, que acaba de visitar desde territorio egipcio la frontera sur de Gaza, donde denunció las «violaciones masivas de derechos humanos» que está cometiendo Israel. Y tal vez por ello las autoridades del Estado judío no han querido recibirlo.

La realidad es que, de momento, el Estado Palestino, reconocido por un buen número de naciones, es solo un símbolo que, a pesar de todas las maniobras diplomáticas, tiene pocos efectos prácticos. La mayor parte de la sociedad internacional habla de dos estados como la solución al eterno conflicto. Pero desde que la guerra estalló, los israelíes se siguen oponiendo al nacimiento de un Estado Palestino al lado del Estado Hebreo. En este sentido, la esperanza de paz no parece cuajar por ninguna parte, y menos quizá mientras Netanyahu esté al frente del Gobierno de Israel.

Ocurre así que ni los presidentes de Estados Unidos y de China, que son partidarios de la creación de dos estados como solución al eterno conflicto, han encontrado la forma de «imponerlo». Quizá un reconocimiento de Israel por los países árabes pudiese cambiar mucho las cosas. Pero tampoco está claro que este sea un deseo de Israel. En cualquier caso, lograr detener la guerra podría empezar a configurar un horizonte de esperanza en medio de un belicismo en el que, un año después, todavía no ha asomado una esperanza consistente. Tampoco en la parte de Cisjordania.