¿Jaque mate de Israel?
OPINIÓN
El mundo vive en una suerte de equilibrio inestable entre el desorden global y la guerra total que, paradójicamente, podría ser la antesala de cierta paz. La destrucción de la cúpula de Hezbolá, el mayor ejército no estatal del mundo, podría suponer un punto de no retorno en la guerra en Oriente Medio. Las Fuerzas de Defensa de Israel le pusieron a esta operación el nombre en clave «Nuevo orden». Lo que no sabemos es si será un nuevo orden de más paz o de más guerra.
La capacidad operativa de Israel es aplastante, en términos militares, tecnológicos y de inteligencia. Ha llevado a cabo operaciones sorprendentes en toda la región, incluso en el corazón de sus peores enemigos, con la aniquilación de la cúpula de Hezbolá en Beirut o del líder de Hamás, Haniyeh, en Teherán.
Israel cuenta con el apoyo de EE.UU., con 40.000 soldados desplegados en una treintena de bases en casi todos los países de la región y en todos sus mares. Israel también presume de las mejores relaciones de su historia con el mundo árabe y musulmán, tras los Acuerdos de Abraham con Bahrein, Emiratos, Sudán y Marruecos. Netanyahu también se vanagloria de relaciones estratégicas con Arabia Saudita, Egipto, Sudán, y la India en su mapa de «la bendición», por oposición al mapa de «la maldición» integrado por sus enemigos, con Irán al frente.
Los enemigos de Israel, especialmente el régimen de los ayatolás, se encuentran ante lo que se conoce en ajedrez como zugzwang: el jugador obligado a mover sabe que cualquier movimiento que haga lo dejará en peor situación. Israel, sabiéndose más fuerte, lleva tiempo provocando un movimiento de Irán, para debilitarlo. ¿Por qué no ha respondido Irán a los múltiples ataques israelíes?
Cualquier respuesta seria de Irán, ya sea directamente o a través de todos sus tentáculos en la región, puede poner en evidencia sus debilidades y en peligro a su Gobierno. Quizá por eso el ataque a Israel del 13 de abril no fue más que una farsa, e incluso su nuevo presidente, Masoud Pezeshkian, se ha mostrado abierto al diálogo con Occidente y crítico con Putin.
Netanyahu también se ha abierto a la paz, a su manera, sin reconocer a Palestina y continuando con los crímenes de guerra, pero la única certeza es que no se va a detener. Su supervivencia política interna depende de aniquilar a los enemigos externos. En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas dejó clara su firme determinación de seguir con su guerra en siete frentes: en Gaza, contra Hamás; en Cisjordania, contra terroristas palestinos; en Yemen, contra hutíes; en Siria y en Irak, contra milicias chiíes; en el Líbano, contra Hezbolá; y, sobre todo, en Irán, con los ayatolás en jaque…