Hillbilly

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Megan Varner | REUTERS

05 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La ventaja de Kamala Harris residía en los millones de personas, incluidos muchos republicanos, que no se imaginan cuatro años escuchando las cosas que dice Trump, su chalaneo con la mentira, su trazo grueso populista. Pero después de estos días de campaña y tras el debate entre los candidatos a la vicepresidencia, quizá las cosas hayan cambiado: sería terrible, piensan ya muchos, soportar a la inane Kamala que ríe mucho, pero parece poco versada en casi cualquier cosa que se le pregunta. De ahí que huya de las entrevistas. Si, encima, tienen que soportar a Walz, un tipo que miente con descaro sobre episodios de su vida que no necesitan defensa, solo para embellecerlos... Le preguntó una moderadora por qué mintió sobre su presencia en China en la crisis de Tiananmén y respondió unos minutos de balbuceos. Ya le había pasado antes con ciertas actividades militares que se atribuía.

J. D. Vance, el candidato a vice de Trump, arrasó a Tim Walz, que ponía cara de pobre hombre derrotado. Pero consiguió, sobre todo, algo mucho mejor que ganar el debate: mostrar un rostro inteligente, moderado y capaz que el trumpismo no había conseguido ofrecer hasta ahora. Y no es que lo diga yo, lo reconoció, para mi asombro, su principal enemigo: The New York Times. Vance tiene más cara de presidente que Trump. Es hombre de formación intelectual sólida y con una sufrida biografía muy del gusto americano. Seguramente, él era muy consciente de esto cuando la narró en un libro de éxito convertido en película, Hillbilly (Netflix), menos celebrada que el libro, pero acaso más eficaz para su candidatura.

Vance parece un político más cercano al ideal de competencia y liderazgo que algunos preferimos.