Cuando no importa la verdad

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Zipi Aragón | EFE

14 oct 2024 . Actualizado a las 09:05 h.

Hace ya ocho años que el diccionario de Oxford distinguió el vocablo posverdad con el honor de ser la palabra del año. A este concepto le dedica numerosas reflexiones, siempre lúcidas, Darío Villanueva, quizá el más ilustre filólogo que ha dado la contemporaneidad hispánica. Villanueva señala que la posverdad se nutre de los bulos (Morderse la lengua. Corrección política y posverdad, Espasa 2021, página 187). Y los bulos son la nueva moda. Sin embargo, no me detendré en ellos. Nunca se han fabricado tantos en la historia de la humanidad. Ni tan rápido. Es una certeza. Cambiamos de bulos como de blusas. Ya es un hábito y a tal costumbre me he referido en múltiples ocasiones. También he señalado que nadie ha creado más bulos que el actual Gobierno y lo he argumentado, bulo por bulo. Lo reitero. Pero no insistiré en ello. Porque la posverdad va más allá de la falsa noticia. La posverdad es negar la verdad. Lo evidente. Propongo varios ejemplos recientes.

La pasada semana, la Audiencia Provincial de Madrid decidió rechazar el archivo del caso judicial que afecta a la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. Los titulares de aquel día podrían ser materia de estudio en las facultades de Periodismo. La Voz de Galicia describió la realidad: «La Audiencia autoriza al juez a seguir investigando la trayectoria académica de Begoña Gómez». Impecable. Lo único que quedaba fuera del caso era el rescate de Air Europa, algo que ya había anticipado la Audiencia en el mes de mayo. Sin embargo, no todos los medios se decantaban por la verdad. Algunos hasta festejaban que quedaba fuera (de momento) el asunto de la línea de aviación y ninguneaban, opacaban, el meollo de la decisión judicial. Y no solo eso. Escuchamos al abogado de la señora Gómez decir que era buena señal la decisión. Y a miembros del Gobierno afirmar que después de este paso ya quedaba menos para el archivo de la causa. Esos mismos días, después de una negligencia inverosímil del Partido Popular y de Vox, supimos que varios miembros de ETA quedarán libres antes del tiempo marcado en sus sentencias. El sabio jurista Patxi López (lo de sabio jurista, naturalmente, es ironía) afirmaba (sic): «Que nadie juegue a decir que aquí se excarcela a no sé quién, porque no es verdad, sin haber cumplido la pena; la cumple». Txapote, por ejemplo, el asesino de Miguel Ángel Blanco, descontará seis años y nueve meses de su condena. Y anteriormente declaraba López: «Todo lo que se ha hecho [por las víctimas del terrorismo] lo ha hecho un Gobierno socialista, nada el Partido Popular». ¡Nada! También en Galicia la posverdad cabalgaba: Ana Pontón aseguraba que Rueda trabajaba para las grandes empresas eléctricas. Aunque, días antes, Rueda había anunciado una eléctrica pública y gallega.

La verdad ha dejado de ser relevante. Y me permito el atrevimiento de decir que la posverdad, también. Todo en política parece amoral. Un desconsuelo.