AP-9 y el cuento de la buena pipa

OPINIÓN

Xoán Carlos Gil

21 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Pipa era una mujer rebosante de virtudes. Generosa, amable, inteligente. Dicen que solo abrigaba un defecto: no sabía escuchar. En todas las reuniones con sus amigos hablaba y hablaba. Y si alguno intentaba contestar o contar alguna peripecia propia, Pipa no escuchaba. Un día sus amigos (y amigas, musitarán los devotos del lenguaje inclusivo, tan pesaroso como incorrecto gramaticalmente) se reunieron para trazar un plan: visitaron a una bruja para que Pipa solo pudiese repetir lo que escuchaba a los demás. Si decían ellos: «José Luis Ábalos, que fue ministro y mano derecha de Sánchez, es un muchacho excelente» (la última parte de la frase también puede ser cantada), Pipa contestaba: «José Luis Ábalos, que fue ministro y mano derecha de Sánchez, es un muchacho excelente». Así fueron corriendo los meses otoñales, de hojas caídas y largas noches. Sus amigos comprendieron que Pipa lo estaba pasando muy mal. Regresaron junto a la bruja. Y la bruja deshizo el hechizo. Desde entonces, Pipa fue un ser humano insuperable: generosa, amable, inteligente y dialogante. Sin embargo, su fama traspasó fronteras y a todo cuento que no termina lo denominan «el cuento de la buena Pipa». O sea, y para entendernos, nuestra AP-9.

 La semana pasada un fondo de pensiones de los Países Bajos se hizo con la totalidad de la autopista de nuestros quebrantos. Tiene sus ventajas para la Xunta, ahora la señora Pontón ya no podrá decirle a Alfonso Rueda, como antes dijo a Feijoo, que está a las órdenes de Audasa. «Vostede está ao servizo dos pensionistas dos Países Baixos», será su lema. Lo acompañará con el consabido y reiterado «gratuíta, pública e galega». Ese ha sido su discurso en campaña electoral y antes. También el relato que nos contaban Gómez Besteiro y Pedro Sánchez, visitante habitual en las autonómicas de este mismo año. Eran promesas longevas. Solo promesas. Y en base a esas promesas el BNG rindió y rinde tributo al PSOE: votación a votación. Hasta no votaron la reprobación de Óscar Puente en el Congreso, habiendo hecho lo contrario un mes antes en el Hórreo. Son admirables. Poco importa que el ministro Puente diga que ve «tremendamente difícil» transferir la autopista a la Xunta. Y mucho menos que el rescate de la concesión le parezca imposible al titular de Transportes. Incluso llegó a decir que lo lógico sería ir bajando los peajes al ritmo que permitan los presupuestos. Los presupuestos que están sin aprobar y que se prorrogarán los años que haga falta. La AP-9 es el cuento de la buena Pipa, aquella mujer que no sabía escuchar. Porque esa es la realidad: nadie nos escucha. A los ciudadanos. Yo sigo pagando 6,7 euros cuando voy de Verín a Santiago. Y otros 6,7 cuando regreso. Los descuentos que la señora Pontón «consiguió» en sus negociaciones con los socialistas, no los percibo. Solo percibo que pasan los años y todo lo prometido es una agraviante ficción. El cuento de la buena Pipa.