Con el bolsillo no se juega a la ruleta rusa
OPINIÓN
Mientras escribo estas líneas, ya sé cuándo se van a celebrar las próximas elecciones presidenciales en EE.UU. Lo sé antes de que se celebraran las últimas. Las próximas presidenciales tendrán lugar el martes siguiente al primer lunes de noviembre del 2028. El presidente y vicepresidente se elegirán el lunes siguiente al segundo jueves de diciembre de ese año. El recuento de votos se llevará a cabo el 6 de enero del 2029 y el 20 de enero de ese año jurarán sus cargos. El sistema en sí es complejo, con tres fases, pero funciona desde el siglo XVIII. Los norteamericanos no pueden elegir directamente a su presidente. Ese privilegio lo tienen, al menos, 270, mayoría simple de electores de un total de 538 que han sido elegidos en los 50 estados en proporción a su población y coincidente con el total de representantes y senadores del Congreso. Estos electores forman el verdadero cuerpo electoral, en cuya primera fase, caucus o primarias, son elegidos en las convenciones por los partidos. Estos electores son personas bastante desconocidas que tras emitir su voto desaparecen prácticamente de la escena pública.
Tras los comicios del martes muchos se preguntan ¿qué ha pasado? Los demócratas han perdido nada menos que 12 millones de votos desde las anteriores elecciones. La respuesta fácil es: Kamala Harris era muy mala candidata. En realidad creo que es así. Pero, ¿cómo es posible que un personaje tan extravagante, achusemado y grotesco como Donald Trump haya ganado por una gran diferencia? Porque la sociedad estadounidense se ha rebelado por tedio y hastío ante una sociedad positivista y utilitarista que representan hoy por hoy más los demócratas que los republicanos. Los demócratas aún no han salido de la sacudida del martes pasado. Han perdido la hegemonía del voto entre los negros, los blancos, los latinos, los asiáticos, los obreros y las mujeres.
Las razones económicas han sido fundamentales porque los norteamericanos han perdido poder adquisitivo a causa de la inflación y allí con el bolsillo no juegan a la ruleta rusa. Pero las razones económicas con ser importantes no son las únicas en términos políticos. Las restricciones a la inmigración ilegal son otra de las preocupaciones, al igual que la defensa del nasciturus o la ampliación del aborto desde que el Tribunal Supremo revirtió la protección federal en el 2022. En el campo internacional destacan las guerras de Ucrania y Oriente Medio, China y proteccionismo arancelario. Trump dijo que acabaría con las dos guerras pero no explicó cómo. Finalmente están las cuestiones climáticas. Después de China, EE.UU. es el principal emisor de CO2 en el mundo. Trump quiere eliminar las subvenciones a las renovables y a los coches eléctricos. Esto es un guiño a los oxide states, principales fabricantes de coches (Wisconsin, Michigan y Pensilvania).
Trump tiene aparentemente por delante un gobierno tranquilo con mayoría en las cámaras. Quien lo va a pasar mal es el fiscal especial Jack Smith que le tiene abiertas dos causas. Ha dicho que nada más tomar posesión de la presidencia lo despedirá en dos segundos. Esto me recuerda a aquello de… ¿de quién depende la fiscalía? Pues eso.