Es la campaña más flagrante a favor de pagar impuestos que se ha hecho en España desde el quejío desvergonzado de Lola Flores, se titula Celeste y es una serie de televisión que emite Movistar+ que va de una cantante colombiana de éxito mundial que quizá no pague al fisco lo que debe. Aunque les suene, en teoría no va de Shakira. Hay un momento en el que la grandiosa Carmen Machi, la heroína a pesar de ser una inspectora de Hacienda con pinta de inspectora de Hacienda, tiene que demostrar que la artista vivió en España al menos 184 días. Por eso visita a un chaval que tiene una orden de alejamiento de la rumbosa Celeste por haberla perseguido durante meses. La madre del joven —la gran Lucía Veiga, que nos deslumbró en Rapa— zanja la maniobra de Machi y le cuenta que Celeste fue fundamental para que su hijo superara un cáncer que casi lo lleva a la tumba, que escuchar sus canciones le permitió superar la enfermedad, que sus melodías pegajosas lo mantuvieron anclado a este lado de la frontera y que en el corazón de esa familia solo cabía gratitud hacia la artista. Y aquí la inspectora Sara Santano se revuelve y despliega el argumento más killer a favor de Hacienda que se ha visto a este lado del Misisipi. Porque sin los tratamientos que le dispensaron en el hospital público que lo atendió, ese chaval no habría sobrevivido, por mucho que Celeste le susurrara al oído con su voz de miel. Porque una sola sesión de quimioterapia cuesta de media 766 euros; una resonancia, 467; un TAC, 185, y terapias nuevas, como la técnica CAR-T que desafía a cánceres muy jodidos, hasta 300.000 euros por paciente. Y sí, eso lo hace la sanidad pública que pagamos con nuestros impuestos, aunque a veces las cosas no funcionen como debieran. Como dice Santano.