Juro decir toda la verdad, ¿y usted, señor juez?

María Pereira López
María Pereira López MIEMBRO DEL EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

OPINIÓN

La esposa del Presidente del Gobierno, Begoña Gómez, y el juez Juan Carlos Peinado
La esposa del Presidente del Gobierno, Begoña Gómez, y el juez Juan Carlos Peinado Borja Sánchez-Trillo

22 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Si no tenía pocos problemas la justicia y poca confianza por parte de los ciudadanos, la actuación del juez Peinado empieza a discurrir por las alcantarillas del Estado de Derecho. Todo el mundo sabe que la diferencia entre declarar como testigo o como investigado reside fundamentalmente en el hecho de que los testigos están obligados a decir la verdad, y por este motivo, resulta especialmente bochornoso que tras interrogar a un testigo obligándolo a decir la verdad se transforme su condición en la de acusado una vez has obtenido su declaración, sobre todo cuando en esa declaración no hay nada que pudiera considerarse como un hecho que cambiase la condición del supuesto testigo. No es una buena praxis, en ningún caso, pero mucho menos cuando el juez no está sujeto al mismo criterio de veracidad que el propio testigo.

El juez Peinado ha elevado el proceso judicial y la figura del juez a una categoría con capacidad para saltarse todas las normas con tal de conseguir el objetivo que persigue, dejando de ser el garante del proceso judicial para convertirse en actor interesado del proceso.

El problema, además, es que nada ayuda a los fines que persigue el juez Peinado su actuación, más allá de que el corporativismo judicial mantenga al juez en la causa. La ciudadanía empieza a tener claro que todo vale para acorralar a la mujer del presidente. Y ya sé, que en una sociedad polarizada como la nuestra, los habrá que justifiquen la acción del juez y los habrá que entiendan que el juez debe ser relevado inmediatamente de su cargo. Feijoo se pregunta por qué no gana, por qué viendo lo que están viendo los ciudadanos, los votantes del PSOE no cambian su voto, la respuesta es fácil, porque cada vez que aparece una acción como la del juez Peinado, justifica el anclaje de las posiciones de todos. La polarización consiste en eso, en que la distancia entre unos y otros se agranda, y por más leña que eches al fuego los hay que no se sienten suficientemente quemados para cambiarse de posición, porque la otra posición es muy lejana.

Cuando las posiciones de los partidos están tan distantes, los motivos que necesitan los ciudadanos para transitar de uno a otro tienen que ser extremos; nadie da su brazo a torcer porque la mujer del presidente haya dirigido una cátedra en una universidad, probablemente mucha gente no lo vea ético, pero eso no lo convierte en motivo suficiente para echarse en brazos de un Partido Popular enormemente distante de los principios que esos ciudadanos defienden. Ese es el enorme error de Núñez Feijoo, creer que para ganar votos hay que estar lejos del otro partido, cuando lo que ocurre es estrictamente lo contrario, para conseguir votantes del Partido Socialista, hay que acercarse a ellos, hay que generar estrategias centrípetas, porque son precisamente esas estrategias las que generan los tránsitos fluidos de votantes.

No importa que el PSOE haya tenido una semana horrible, un mes horrible, incluso un año horrible, no importa que la mujer del presidente esté recibiendo ataques continuados de los medios y de la oposición, lo que importa es que todos esos motivos caen para los votantes del PSOE cuando el juez Peinado obliga al acusado a decir la verdad y se permite la licencia de tergiversarla él.