Economía circular del talento

Alfonso Jiménez TRIBUNA

OPINIÓN

JAVIER BELVER | EFE

04 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El envejecimiento de la población europea es uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Este fenómeno, que avanza de manera silenciosa pero constante, es impulsado por dos factores principales: el aumento de la esperanza de vida y la baja natalidad, especialmente en países como España. Como resultado, la pirámide poblacional muestra un claro déficit de jóvenes, un incremento en la presencia de trabajadores no nacidos en Europa, una mayor participación de la mujer en el mercado laboral y, sobre todo, un aumento significativo de los trabajadores séniores (mayores de 55 años).

Este cambio demográfico tiene implicaciones directas en el mercado laboral, donde cada vez hay más personas mayores que continúan trabajando. Esto ocurre por varias razones: en primer lugar, el envejecimiento de la población en sí mismo, impulsado por la llegada de los baby boomers a las franjas de edad sénior. En segundo lugar, la falta de jóvenes para cubrir ciertas posiciones permite que los séniores ocupen estos puestos. Y, finalmente, la extensión de la vida laboral es una medida clave para reducir la presión sobre los sistemas de previsión social, fundamentales en el estado de bienestar.

Sin embargo, pese a la necesidad de aprovechar el talento sénior, en muchos países, incluida España, persiste el edadismo, una actitud discriminatoria hacia los trabajadores mayores. Se les percibe como menos productivos o incapaces de adaptarse a nuevas tecnologías. Como consecuencia, suelen ser los primeros en ser despedidos y los que más dificultades tienen para reinsertarse en el mercado laboral por cuenta ajena. Esto ha llevado a que muchos se vean obligados a emprender como autónomos para mantenerse activos. En España hay cerca de un millón de séniores que trabajan por cuenta propia, una cifra que demuestra la magnitud de este fenómeno.

El envejecimiento de la población es un reto crucial para Europa, especialmente porque se trata del primer continente en enfrentarlo a gran escala. Por tanto, se requiere un cambio de paradigma: debemos dejar de pensar que el trabajo es solo para los jóvenes y reconocer que los séniores tienen mucho que aportar, tanto en términos de experiencia como de conocimientos. Países del norte de Europa ya están implementando medidas para prolongar la vida laboral de sus ciudadanos, y es hora de que los países del sur, como España, sigan su ejemplo.

Una de las claves para enfrentar este desafío es reducir la salida temprana del mercado laboral y evitar la discriminación por edad. Extender la vida laboral no solo beneficia a los trabajadores mayores, permitiéndoles mantenerse activos y saludables, sino que también ayuda a mitigar la escasez de jóvenes en el mercado. Además, premiar a quienes deciden prolongar su vida laboral, ya sea como empleados o emprendedores, puede ser un paso crucial para sostener el sistema de pensiones y el estado de bienestar.

En particular, los directivos se enfrentan a una situación paradójica: a menudo, sus carreras terminan antes de la edad de jubilación, especialmente en grandes empresas. Aunque algunos tienen la solvencia económica para retirarse temprano, muchos otros necesitan continuar trabajando. Sin embargo, el mercado laboral no siempre les brinda las oportunidades que necesitan, especialmente debido al edadismo que mencionamos. Las empresas tendrán que definir posiciones creativas para aprovecharse de ese talento sénior disponible. Es curioso que hablemos de economía circular de las cosas y no pensemos que también hay una economía circular del talento, que permite cortar el desperdicio que hacemos con los activos de los séniores.

Para aquellos que no desean o no pueden retirarse, la «segunda carrera» se presenta como una opción viable. Esta etapa profesional permite a los séniores aprovechar sus conocimientos, experiencias y redes de contactos, ya sea a través del emprendimiento, el trabajo como consultores o incluso en roles menos tradicionales, como consejeros o asesores.

En definitiva, el envejecimiento de la población nos obliga a replantear el papel de los séniores en el mercado laboral. Si queremos que Europa siga siendo competitiva y garantizar la sostenibilidad de nuestro estado de bienestar, debemos fomentar la inclusión y el aprovechamiento del talento sénior. La «segunda carrera» es una oportunidad tanto para los individuos como para la sociedad en su conjunto.