Lean. «La Organización Mundial de la Salud ha comunicado que, desde el inicio de la pandemia hasta el 10 de noviembre del 2024, se han notificado más de 776 millones de casos confirmados del covid-19 y más de 7 millones de muertes en 234 países diferentes. Así ha informado la OMS en una edición especial de la actualización epidemiológica sobre el covid-19 que ofrece una visión general de la situación desde que la enfermedad se notificó por primera vez hace casi cinco años. La mayoría de las muertes asociadas al covid-19 se produjeron en 2020, 2021 y 2022, con un aumento de la inmunidad que condujo a una disminución significativa de las muertes». Hasta aquí la noticia con la que cerramos el año anterior. Una noticia que deja bien claro que actuamos tarde y regular, pero que actuamos. Es increíble que siga habiendo antivacunas por el mundo. Es surrealista que las teorías de la conspiración circulen con la misma fuerza que cuando estábamos encerrados con la pandemia. Entran ganas de decir a voz en grito: «Siete millones de seres humanos desaparecidos por un virus, te enteras, Miguel Bosé». El cantante sigue creyendo que nos inoculan sustancias extrañas, en vez de vacunas. Vacunas que han salvado millones de vidas. Vacunas que han atenuado el virus, que han frenado que el virus siguiese corriendo libre. Nada como leer La peste de Albert Camus para ponerse en situación. Qué pronto hemos olvidado aquellos días en los que hubo familias que perdieron a sus seres queridos sin ni siquiera poder despedirse de ellos. Pero ahí siguen, con sus webs, con sus bulos, los antivacunas atacando el sentido común. Así es que cada vez se vacuna menos gente. Vuelve a faltar información. Creemos que ya hemos superado el desastre de la pandemia. Gente que creía que sustancias que no estaban comprobadas protegían de cualquier posibilidad de pillar el virus. En fin. No hemos aprendido tres cosas. A quitarnos de encima a esos pelmazos de la pseudo ciencia con sus ataques sistemáticos a las vacunas. Tampoco hemos salido mejores de la pandemia, a pesar de esas siete millones de lápidas. A pesar del esfuerzo que vimos hacer a los sanitarios. ¿Dónde quedaron el reconocimiento a las batas blancas y verdes, a los médicos, enfermeros, auxiliares, farmacéuticos, algunos, muchos, que también perdieron sus vidas? Lo dije en su día y lo repito al empezar el 2025. Les hemos dado la espalda. Ya nos volvemos a quejar de ellos y de sus atenciones, como si el profesional de la salud que nos atiende tuviese la culpa de la falta de titulados, de la falta de recursos. Y ese es el tercer problema en el que hemos mejorado cero. No estamos mejor preparados para la nueva pandemia, que llegará. Tenemos algo más de experiencia. Pasamos por situaciones que nunca creímos que viviríamos, en todo el planeta. Pero no hemos mejorado ni los hospitales, ni las redes asistenciales, ni las investigaciones. Lo único que hemos hecho ha sido enterrar a siete millones de personas —contando por lo bajo, han sido muchas más— y poner en marcha un par de guerras. El ser humano es el único animal que tropieza setenta veces siete en la misma piedra. Andando el tiempo.