Muerte cruel e inesperada de un hijo

OPINIÓN

Javier Barbancho

07 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Muerte cruel e inesperada de un hijo

Escribo esta carta como pequeño homenaje para un ser tan bueno y humilde que no puede marcharse de esto que conocemos como vida y que realmente solo es una etapa de falsa realidad en la que únicamente jugamos el papel de figuras de un entramado que alguien montó solo con el objetivo de que no pensáramos en lo real, que para bien o para mal, según el papel que tuvieras en escena, llega siempre tarde o temprano sin que el protagonista y su entorno sean solo meros espectadores incapaces de tomar decisión alguna.

Todo sucede un día a finales de agosto, cuando nuestro hijo, después de una jornada más de su rutina, y sin que nadie hiciese suponer tal cosa, aparece muerto sobre nuestra cama sobre el mediodía y sin ningún signo que aclare el motivo de tal fallecimiento con tan solo 42 años de edad, con toda una vida por delante y sin haber padecido que sepamos ninguna enfermedad que nos hiciese pensar en tal desenlace. Lo más cruel de todo es que es descubierto por nuestro otro hijo, unos años mayor que el difunto, al regresar de su jornada laboral, y al comprobar que su hermano no contesta a su saludo de rigor al entrar en casa. Ante tal tragedia, comienza con las maniobras de reanimación cardiopulmonar previo aviso a los servicios de emergencia, que una vez personados en el domicilio continúan con las maniobras por largo espacio de tiempo sin obtener resultado alguno como no sea el certificar su fallecimiento.

La muerte de un ser querido es siempre trágica, pero la de un hijo no tiene comparación con nada. Alguien con el que convives, al que dedicas toda la fuerza y enseñanza que a nosotros nos transmitieron, que te fue dado en el momento de su nacimiento y que después de todo este tránsito te lo llevan para siempre, para hacerte sentir todavía más insignificante, si esto es posible, obligándote a continuar con esta vida como si nada hubiese pasado y sobre todo porque tienes otro hijo, que al igual que el difunto se merece todo el sacrificio por nuestra parte para que alcance la felicidad que se merece.

Hijo, solo decirte que en donde te encuentres, que será sin duda un lugar mejor que el que tenemos, no dejes de velar por nosotros, que éramos una familia con gran cariño y amor, con los altos y bajos que en la vida siempre hay, pero que ahora que tú ya no estás se ha quedado como un cuerpo mutilado y triste y que ya nunca volverá a ser lo que era. Nosotros no es que te tengamos presente, es que estás y estarás siempre a nuestro lado, y esperando que en algún momento, más temprano que tarde, nos podamos reencontrar y estar nuevamente juntos y, ahora sí, para siempre.

Un beso enorme de tus padres y hermano, y hasta la eternidad limpia y sin engaños en la que creemos, pues de lo contrario nada de lo que conocemos tendría sentido, y al mismo tiempo pedir que ese misil a la línea de flotación de nuestra familia, que de alguna forma ha conseguido hundirla, no pueda alcanzar a ninguna otra.

Te fuiste como viviste, sin molestar a nadie, y sin hacer ruido.

Eras un ser muy especial y merecedor de mejor suerte, pero eso no lo decidimos nosotros. De lo contrario, no ocurriría así. Javier Vázquez Villares. A Coruña.

Cincuenta años conviviendo con un fantasma

Todo el mundo necesita su demonio. Franco, no cabe duda, sigue siendo el dios oscuro, el Darth Vader de nuestra inmadura democracia. El poder ha necesitado siempre inventarse enemigos para justificarse a sí mismo: ¿o no se ha inventado la Iglesia al demonio? ¿No se inventó Franco las conspiraciones masónicas? ¿No se inventó el nazismo la amenaza del judaísmo? Nada teme más el poder que quedarse sin enemigos, sin diablos.

Solo el humor puede terminar con el dislate de que los españoles sigamos enfrentados y resentidos entre nosotros por una guerra que sucedió hace 85 años y un régimen que terminó hace 50. La forma más efectiva de combatir nuestros miedos es riéndonos de ellos. Si nos riésemos más de nuestros fantasmas, no los temeríamos tanto.

Nada reconcilia más a dos enemigos que el sentido del humor. Como dijo Víctor Borge: «La risa es la distancia más corta entre dos personas». Pero al poder le interesa poco el humor, nos manipula mejor cuando amamos, odiamos, tememos o nos apasionamos.

¡Dejemos de sacralizar un fantasma que dificulta la convivencia de los españoles! Si nos riésemos más de nuestros dioses, si nos riésemos más de nosotros mismos, odiaríamos menos. Javier Sanz Gómez. A Coruña.

Benestar animal

No barrio de As Lagoas, en Ourense, preto da comisaría de policía, vexo a cotío un triste caso. Unha cadela de tipo labrador, cebada ata o extremo, que apenas pode moverse, arrástrase uns pasos e logo déixase caer, abafando. A persoa que vai con ela, para tentar que se erga, dalle comida que saca do peto. Cruzar a rúa é un desafío. Non creo que pese menos de noventa quilos. Imaxino que esta patética situación, totalmente oposta ao benestar animal, é produto máis da falla de coñecementos que doutra cousa. Pablo Curieses Arcos. Pereiro de Aguiar.