«A demora na concesión de licenzas ten un impacto significativo na oferta de vivenda»

OPINIÓN

LUIS TEJIDO | EFE

09 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Falta de vivenda

Como vai haber vivendas se non hai facilidades para construílas? En plena pandemia, por poñer un exemplo real, unha petición para unha licenza de obra tardaba dous anos en concederse, cando non se poñía un tixolo en este país e os departamentos urbanísticos dos concellos andaban a velas vir e non tiñan que facer…

O problema é moi real e reflicte un desafío común no sector da construción: a burocracia e a falta de axilidade nos procesos administrativos. A demora na concesión de licenzas de obra ou permisos pode ter un impacto significativo na oferta de vivendas e no desenvolvemento urbanístico, especialmente nun contexto de crise habitacional.

Ademais, cando engades probablemente á especulación inmobiliaria ou ás barreiras impostas por intereses particulares, poden limitar o acceso á vivenda ou encarecer os custos de construción.

Sen dúbida, para abordar este problema sería necesario:

1. Simplificar os trámites administrativos: dixitalizar os procesos, reducir a burocracia e establecer prazos claros e razoables para a resolución de solicitudes.

2. Apoio ás pequenas construtoras: facilitar o acceso a financiamento e recursos para aqueles que queiran construír vivendas, especialmente en áreas con demanda.

3. Normativa flexible e efectiva: Adaptar as leis de urbanismo ás necesidades actuais, priorizando a sustentabilidade e a accesibilidade, pero sen crear obstáculos innecesarios.

4. Combater a especulación: regular o mercado inmobiliario para evitar que os prezos se inflen artificialmente debido a prácticas especulativas.

5. Políticas públicas fortes: investir en vivenda pública e crear incentivos para a construción de vivendas accesibles.

A combinación destas medidas podería ser efectiva? Con certeza que si. José Antonio López González. A Coruña.

Agravios sanitarios

Como residente en Burela, mi hospital de referencia es el Hospital da Mariña, y como todos los usuarios del mismo tengo que aceptar sus limitaciones que, según pasa el tiempo, se van incrementando sin que parezca importarle a nadie. O por lo menos a alguien que sí pueda hacer algo para subsanarlo. Lo que no puedo aceptar es que, disponiendo este hospital de los medios necesarios para proporcionar determinadas asistencias, en las que el problema es la falta de personal, la alternativa que se nos ofrece sea desplazarnos a otro hospital público o clínica concertada, un viaje de 200 kilómetros. Incluso para pruebas que necesitan una preparación previa o sedación, lo cual implica la disponibilidad de un acompañante. Rechazar esta opción supone, en mi caso, dos años de retraso.

¿No se plantea quien tiene el poder para tomar este tipo de decisiones facilitarnos un poco la vida a los mariñanos, que ya afrontamos muchas y diversas limitaciones por vivir donde nos ha tocado vivir: que sea una sola persona, el profesional, la que se desplace a este hospital a prestar la asistencia requerida, en lugar de tener que peregrinar hasta la capital los cientos de mariñanos que precisan de una asistencia que sí se podría dispensar en el Hospital da Mariña? Ángeles P. M.

«¡Venga, chaval!»

Lo veía todos los días, y muchas veces más de una vez, por eso me parecía que Juan Agrelo estaba todo el día de paseo. Hasta que descubrí que en realidad lo que pasaba era que vivía al lado de mi casa. Cinco metros antes de que nos pusiésemos a la altura, me gritaba: «¡Venga, chaval! ¡Vamos, vamos, arriba!»! Para mi era una inyección de moral, me cargaba de optimismo y me alegraba el día. Lo echaré de menos. J. Sanz. A Coruña.