Medicina: decoro profesional

Francisco Martelo Villar PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

23 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay políticos que, en sus comunicados, asemejan transmitir un incontenible rencor, en vez de soluciones reales, a los problemas de los ciudadanos. Parecen montados en la ideología o en la desinformación y, casi siempre, en la ingratitud. Confío que no sea el caso, de la actual ministra de Sanidad, cuando se refiere a la planificación del acceso a los puestos directivos de la sanidad pública, imponiendo la exclusividad, con el argumento central de expulsar al profesional corrupto. Se basa en el equívoco de todos corrompidos, en vez de descubrir al corrupto. Si es un vodevil, el final no puede ser: «Aquí trabaja el que yo diga, no el mejor dotado».

Del teatro a la vida real. Entre los profesionales de las generaciones que pusimos en marcha el Sistema Nacional de Salud actual, muchos compatibilizamos el ejercicio en la sanidad pública y privada, acogiéndonos al marco legal establecido en los años 1984 y 2003. Era una opción personal, para conseguir mejorar la economía familiar, no un caldo de cultivo para malos usos y malas costumbres. Las jornadas de trabajo extensas condicionaron, que nuestros hijos solo dispusieran de nuestra presencia los fines de semana, si no estábamos de viaje o teníamos que seguir encerrados para cumplir las obligatorias reuniones o las horas de estudio. Nuestros hijos saben que sus educadores fueron nuestros cónyuges.

En ese contexto se pudo poner en marcha una auténtica revolución en la asistencia, en la investigación y en la formación de los futuros profesionales a través del sistema mir, con cambios paradigmáticos en todas las disciplinas médicas, quirúrgicas, laboratorio, imagen, ciencias básicas y nuevas tecnologías, colgándonos la medalla de convertir los hospitales de primer nivel en centros de trasplantes. Fue un orgullo hacerlo, colocándonos la camiseta del equipo de nuestro hospital bien adherida al cuerpo, cuando transmitimos los resultados del trabajo en favor de nuestros pacientes por todo el mundo.

Los tiempos cambian, pero no las aportaciones personales. No pueden tomarse medidas que impidan mantener el talento en el sistema, pero fundamentalmente aquellas que alejen a las personas que, independientemente de su ideología, se esfuerzan tanto y tan incansablemente en favor de los pacientes. Espero que el futuro permita elegir la diversidad, con la agenda de trabajo que cada uno desee, permitiéndolo llevar adelante su proyecto vital con la combinación de hombre de ciencia y médico clínico.