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Ayuso desatada. La lideresa del PP en Madrid sigue sorprendiéndonos por su capacidad infinita para hiperventilar. Anteayer acusó al Gobierno de haberle pinchado el teléfono: «Qué medios no estarán utilizando, qué habrá que no se vea y qué otras barbaridades no estarán cometiendo. En esta operación de Estado contra mí, que es algo inaudito en Europa y que no sé cómo Europa permite, han entrado la Abogacía del Estado que está defendiendo a la familia y a todos los ministros, han entrado en juicio ministros y operaciones entre gentes de no sé qué niveles por las que se roban ordenadores o se acaba con pruebas. Yo no sé si tengo los teléfonos pinchados», acusó Ayuso en una entrevista con la periodista Ana Rosa Quintana.
Obviamente, de ser verdad lo que dice la política madrileña estaríamos ante un caso gravísimo. Pero, como suele ocurrir entre quienes recurren a la estrategia del ventilador, Ayuso no aporta prueba alguna. Lo dice, su discurso se expande y se queda tan ancha. Es cierto que ella también es víctima de esta forma de actuar, pero desde luego no la legitima para hacerlo.
En cualquier caso, su salida de pata de banco nos pone sobre la mesa, una vez más, la conveniencia o no para Feijoo y, por extensión, para el PP, de una Ayuso desatada que confronta directamente y sin intermediarios con el presidente del Gobierno de España y que marca la agenda de tirios y troyanos, sin someterse a las necesidades de quien en realidad es el líder del partido conservador. Una y otra vez demuestra que va por libre e intenta mantener un perfil que, en el fondo, pretende hacernos ver que ella es la inminente alternativa dentro del Partido Popular a Núñez Feijoo.
Feijoo se encuentra enredado por una madeja difícil de solucionar. Ayuso es una paradoja andante, porque, al mismo tiempo que es una compañía tóxica, también es un importante activo para el partido. Madrid son muchos votos y ella está en la cresta de la ola de la autonomía. Si el expresidente de la Xunta se pone en su sitio y hace valer su liderazgo para frenar a una Ayuso expansionista, entrará en una guerra que erosionará al PP en una comunidad en la que gobierna plácidamente. Pero si deja hacer a la presidenta a su antojo, lo que se verá erosionado es el propio liderazgo de Feijoo, como de hecho se está viendo ya mismo.
Es un jeroglífico de difícil resolución, cosa que sabe perfectamente Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno utiliza constantemente a Ayuso para polarizar todo lo que puede y movilizar a la izquierda ante la que considera no solo una política conservadora, sino el paradigma de la ultraderecha y adalid de las políticas liberales que tanto daño (según el PSOE) pueden hacer al estado del bienestar.
Hasta ahora, Feijoo no ha conseguido resolver este problema. Parece más bien resignado a tener que convivir con el desgaste que le ocasiona Ayuso.