¿Estamos suficientemente protegidos los profesionales sanitarios?

OPINIÓN

Marcos Miguez

07 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera reflexión que me viene a la mente es negar la mayor: ¿realmente es pertinente la pregunta que encabeza este artículo? Naturalmente, puede estar justificada en otras profesiones, como por ejemplo en los cuerpos de seguridad del Estado, dado que la violencia puede formar parte de su trabajo. También puede ser procedente en otros colectivos cuya actividad laboral entraña riesgos altos para su integridad, como pueden ser los bomberos o los mineros.

No debería ser el caso de los sanitarios, ya que si hay algo que caracteriza (o debería caracterizar) la relación entre el médico (o profesional de enfermería) y una persona enferma es la confianza. Esta cualidad hace referencia a la creencia o seguridad por parte del paciente de que las actuaciones que llevará a cabo el sanitario siempre tendrán como objetivo el beneficio de su salud. La confianza implica esperanza, aliento y tranquilidad. Si no se cumple esta condición, la relación nunca será terapéutica, estará viciada, no caben la hostilidad o la agresividad.

Hay que decir que algún grado de violencia hacia el profesional sanitario ha existido y existirá siempre. Entre otras cosas, hay problemas de salud que pueden producir irritabilidad, agitación e incluso agresividad. La ira puede ser una de las etapas por las que pasa un enfermo cuando se le comunica que sufre una enfermedad grave incurable.

Ahora, bien, esto no tiene nada que ver con el desmadre de los últimos años, o tal vez ya décadas. Este fenómeno tiene, con toda seguridad, un origen multifactorial. Se puede entender que los problemas y tensiones que sufre nuestro sistema sanitario puedan llevar a situaciones de enfado, desagrado o desesperación a algunos pacientes y sus familiares, pero en ningún caso pueden justificar cualquier episodio violento —tolerancia cero— hacia los profesionales.

Para evitar esta falta de seguridad se han puesto en marcha diversas medidas, como por ejemplo la existencia de agentes de seguridad en las áreas más conflictivas, dispositivos electrónicos para solicitar ayuda rápida, actividades formativas para adquirir habilidades de comunicación en el manejo del paciente violento, e incluso cambios legislativos que endurecen los castigos por estas infracciones.

En cualquier caso, y ya respondiendo a la pregunta, este tipo de medidas nunca serán suficientes, ya que la relación sanitario-paciente tiene que llevarse a cabo en un ambiente de cercanía y de privacidad y confidencialidad. No puede haber un vigilante en el medio ni una barrera o una jaula en toda consulta. Solo será posible la prevención con la concienciación, sensibilización y repudio, por parte de la sociedad, de que la violencia nunca puede ser una forma de resolución de los problemas.