Es la cultura, idiota

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Seth Herald | REUTERS

08 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni los candidatos, algunos un tanto extraños, ni la agresividad de las discusiones. Decía aquí la semana pasada que lo más interesante de las audiencias del Senado estadounidense para confirmar los nombramientos de altos cargos consistía en la capacidad de reabrir debates culturales que parecían sellados, al tiempo que ayudaban a instalar en la opinión pública una imagen muy negativa de la anterior Administración y del uso que los demócratas hacían de las instituciones y del dinero de los contribuyentes. Hay quien piensa que esa es la idea de este tsunami de acciones y propuestas, a menudo imposibles, con las que ha arrancado el segundo mandato de Trump: compras de tierras, cambios de nombres en golfos y montes, deportaciones masivas, aranceles salvajes a los vecinos, destrucción de la madre de todos los chiringuitos y de cualquier cosa que huela a woke en el Gobierno, prohibición de los transexuales en los deportes femeninos, orden de perseguir en la Administración los sesgos anticristianos, salida de la Organización Mundial de la Salud y de la Unesco, exigencia a sus aliados de mayores inversiones en defensa, o ese planteamiento loco para Gaza, etcétera. Dicen que Trump no pretende que cada una de esas ideas sea viable (los aranceles a Canadá y México duraron 24 horas) o convenientes. Le sirven para ahora, para frenar una cultura (un modo de percibirse), según él, decadente y autodestructiva que daña al país y terminará aniquilándolo. Musk tenía a Trump por idiota hasta hace poco. Quizá un idiota al que solo le preocupa la cultura, como apuntan. Pese a sus insolencias y su lenguaje grosero, en lugar del «Es la economía, estúpido» de Clinton, diría: «Es la cultura, idiota».