El Gobierno se traga el sapo de Louzán

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

Mariscal | EFE

12 feb 2025 . Actualizado a las 13:06 h.

A lo largo de muchos años, el fútbol siempre ha sido considerado por los políticos como algo valioso que usar en su favor y algo que temer si se usa en su contra. Por eso hemos asistido a episodios esperpénticos en los que todo un Gobierno de uno de los países más importantes de Europa se ha inmiscuido en las luchas por el poder en el planeta del balón.

Solo así se entiende, desde el interés político, la condescendencia que tuvo Pedro Sánchez con Luis Rubiales, a quien protegió mientras pudo o mientras vio que podía obtener réditos de una buena relación con él. A medida que el tufillo que desprendía el expresidente de la federación se expandía, Sánchez se fue apartando. Y no digamos ya cuando el caso reventó por todas sus costuras: beso no consentido y Supercopa, entre otros asuntos espinosos.

Luego vino Rocha. Al Gobierno tampoco le gustó y puso todo de su parte para descabalgarlo. Y lo logró. Y entonces apareció el gallego Louzán. ¿Un hombre vinculado al PP como nuevo presidente federativo? Fue más de lo que el Gobierno podía soportar. Y rápidamente amenazó con acabar con su carrera. Hizo todo lo que pudo, pero en un país de leyes el Gobierno es un gigante, pero no llega a ser todopoderoso.

Finalmente, Rafael Louzán es el nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol. Con todas las de la ley, sin sospechas sobre su pasado y con todas las bendiciones de las normas del mundo del fútbol y de la legislación española. Vamos, que Pedro Sánchez, su ministra Pilar Alegría y el secretario de Estado para el deporte, Manuel Rodríguez Uribes, se lo han tenido que comer con patatas. O tragarse un enorme sapo, como prefieran decir.

Ahora, Louzán tiene un gran reto por delante. Limpiar la imagen de una federación que ha sido salpicada por una serie de escándalos que han dejado al fútbol bajo sospecha permanente de corrupción. De momento, con su labor en Galicia se ha ganado un voto de confianza. Louzán modernizó la Federación Gallega de Fútbol y le dio robustez patrimonial. La gestionó desde la profesionalidad y la normalidad sin vivir escándalo alguno conocido.

El dirigente gallego se ha propuesto dar un cambio radical a la entidad que preside. Quizá la palabra clave sea gobernanza. Se trata de instaurar una ética de trabajo marcada por la transparencia, el rigor y la profesionalidad. No será una tarea fácil, porque Louzán tendrá que lidiar con los presidentes de las territoriales, entre los que hay alguno marcado por su pasado y que a buen seguro van a estar pidiendo lo suyo todos los días. Va a dirigir un monstruo con un presupuesto de cerca de cuatrocientos millones de euros, con todo lo que ello significa.

Mientras, ayer declaró en el juzgado Luis Rubiales, un cadáver andante que se empeña en sostener lo insostenible.

Asegura que el beso fue consentido y que nunca intentó coaccionar a Jenni Hermoso, cosa que, después de haber escuchado las declaraciones de unos y otros, parece más o menos clara.

El juez dirá.