El éxito de Trump

Manuel Fernández Blanco
Manuel Fernández Blanco LOS SÍNTOMAS DE LA CIVILIZACIÓN

OPINIÓN

MABEL R. G.

16 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Donald Trump se presenta como un soberano. Por eso, aunque no lo sepa, en el debate que mantuvieron en el período de entreguerras del siglo pasado Hans Kelsen y Carl Schmitt, se alinearía con la postura de Schmitt. Kelsen defendía la norma, el Estado social y de derecho, y la protección del individuo. Al normativismo de Kelsen, Schmitt oponía que la excepción es más interesante que la norma. Para Schmitt, el gobernante soberano encontraría su legitimidad por su capacidad de decisión en un supuesto momento de agotamiento de las normas. Por eso, a situación excepcional, gobernante excepcional: un soberano que quedaría legitimado por sus decisiones aunque estas rompan con la legalidad democrática. No debemos olvidar nunca las posibles derivas del decisionismo postulado por Schmitt, quien, durante un tiempo, creyó ver en Hitler la encarnación del gobernante capaz de ejercer la soberanía en una situación excepcional. Millones de alemanes pensaron lo mismo que él, lo que supuso el fin de la República de Weimar para dar paso al régimen nazi.

El decisionismo puede resultar seductor, hipnótico, a nivel de masas. Un líder que encarna la potencia, que desconoce los límites a los que se somete la mayoría, puede suscitar la fascinación, de la que no está excluida la, tan humana, tentación del abismo.

Trump desprecia la ley, empezando por la que se le aplica a su persona. De ahí su desafío al reproducir, para su imagen presidencial, el gesto de la foto de su ficha policial. Desprecia, igualmente, las leyes internacionales y se maneja con la ética del propietario frente a la soberanía y los líderes de otros países. Para él, el derecho es un estorbo prescindible.

Ante al desorden del mundo y la puesta en cuestión de todas las figuras de autoridad, los hombres percibidos no solo como fuertes, sino también como temibles (Trump, Putin y otros líderes autoritarios tienen estos rasgos en común) son los que, para millones de sus ciudadanos, tienen las soluciones. Los que pueden poner orden en el desorden, si es preciso por la fuerza.

Frente a la emergencia de líderes políticos que encarnan nuevas figuras terribles del amo, la Europa administrativa, normativista, buena alumna de Hans Kelsen, espera que el amo no sea demasiado cruel. La pasividad, en esta situación, puede estar muy próxima a la inmolación.