Alemania eligió entre lo malo y lo peor

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

HANNIBAL HANSCHKE | EFE

23 feb 2025 . Actualizado a las 20:21 h.

El ganador de las elecciones en Alemania, el conservador Friedrich Merz (CDU), no es un líder que levante pasiones entre los teutones. Lo ven sin la determinación y capacidad suficientes para sacar al país de la grave crisis en la que se encuentra. Pero las opciones que los votantes se encontraron ayer para decidir su futuro no eran las que hubiesen deseado. Además de los democristianos, podían elegir entre el facherío de la AfD, con una lideresa casada con otra mujer y abominando de homosexuales y gais; o los socialdemócratas del SPD. Responsables de los destrozos cometidos en los últimos tiempos.

Tuvieron que optar, pues, entre lo malo y lo peor. Lo malo, el incoloro, inodoro e insípido Merz. Al que le otorgaron el 29 % de los votos, según los primeros recuentos. Y lo peor, los ultras de la AfD o un fracasado socialdemócrata como Olaf Scholz, que perdió casi diez puntos respecto a las anteriores. Y se quedaron con lo malo. Porque hubiera sido imperdonable que repitieran la experiencia SPD, después de lo sabido. O que convirtieran en ganadora a la fuerza ultra cuya presidenta dijo, sin sonrojarse, que «Hitler era comunista».

Según parece, pocos alemanes, incluso muchos de los que lo votaron, están convencidos que Merz los rescatará del pantanal en el que están. Una grave crisis económica, la peor desde 1945. El PIB en caída libre. La considerada históricamente locomotora de Europa está a la cola de las grandes economías. Sufrió en el 2024 un retroceso del 0,2 %, mientras la española creció un 3,2 %. Y todo esto, en un entorno internacional convulso y comprometido, del que prácticamente no se habló en campaña.

Porque lo que centró la campaña, el debate político y el asunto que flota sobre las cabezas de los germanos es el de la inmigración. Con una preocupación creciente tras la sucesión de atentados protagonizados por refugiados islámicos. Y aunque en este punto todos los partidos se muestran de acuerdo en que hay que reformar el derecho de asilo y actuar con más dureza, los ultras de la AfD han sacado tajada del descontento y preocupación. El 19,5 % de los votos de ayer así lo demuestra. Casi diez puntos más. En septiembre de 2021 las urnas les dieron el 10,3 %.

A la espera de las alianzas para obtener una mayoría gobernante, incluso con la repetición de la mala experiencia del llamado semáforo, hay que abrazarse con satisfacción a los resultados que ayer obtuvo el facherío. Cierto que su crecimiento parece imparable y que pueden darnos un disgusto en la próxima consulta. Pero tiempo hay para que los alemanes no se vuelvan a ver en la disyuntiva de tener que elegir entre lo malo y lo peor. Porque optar por lo malo, como en este caso, no es apostar por solucionar los problemas de un estado que está noqueado. Es dar un paso más hacia la nada, en un país que está convencido de que el Estado no funciona. Y es la mejor semilla para la victoria ultra.