Calladito estás más guapo

Cristina Sánchez Andrade ESCRITORA, PREMIO JULIO CAMBA

OPINIÓN

LUDOVIC MARIN / POOL | EFE

26 feb 2025 . Actualizado a las 11:42 h.

Me gusta cuando callas porque estás como ausente, tan ausente como la verdad en tus discursos, como la mesura en tus tuits de madrugada, como la justicia en el veto migratorio que cerró puertas a miles por su fe y su pasaporte. Me gusta cuando callas porque no firmas decretos, porque no estampas el chorizo de tu firma, que parece el electrocardiograma de una persona desquiciada. Me gusta cuando callas porque no das órdenes que arrancan a niños de los brazos de sus madres, que anulan protecciones ambientales porque el cambio climático «es una de las mayores estafas de nuestros tiempos», oh yeah, y no se te mueve ni un pelo del peluquín. Me gusta cuando callas porque en ese silencio casi pareces reflexivo, casi pareces humano, casi olvidamos, por un instante fugaz, que en un solo mes has querido comprar Groenlandia como quien compra chóped en el supermercado, cambiaste el nombre del Golfo de México como un dios que renombra las cosas, quieres que EE.UU. tome el control de la franja de Gaza, y que los residentes palestinos sean trasladados como si se fueran de vacaciones a la playa, y pretendes arreglar la guerra con tu nuevo amiguito ruso como si Ucrania no existiera. Así que, Donald, haznos un favor: prueba, aunque sea por un día, el discreto arte del silencio. Verás que el mundo gira mejor cuando no tienes nada que decir.