Una visión esperpéntica

Oleksandr Pronkevych
Oleksandr Pronkevych DIARIO ÍNTIMO DE LA GUERRA

OPINIÓN

María Pedreda

02 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El 24 de febrero del 2025 comenzó el cuarto año de la guerra entre Rusia y Ucrania. Los periodistas españoles me llamaron para preguntarme qué tal estoy, qué opinión tengo sobre las negociaciones entre Rusia y EE.UU. y cómo se siente mi país. Para explicarles todo he inventado una alegoría esperpéntica. Espero que mis lectores sepan que el concepto «esperpento» fue introducido por don Ramón del Valle-Inclán para describir la realidad absurda y cruel de la España de Goya. Además, es el nombre del género dramático también creado por el mismo Valle-Inclán.

En mi alegría esperpéntica me he imaginado un entremés en que actúan tres personajes y una vaquilla. Los tres seres humanos están jugando sus cartas y en riesgo está la paz en Ucrania. En el lenguaje diplomático esto se llama negociaciones. El primer personaje es un payaso envejecido que siempre está faroleando. Él quiere destruir a Ucrania, pero pretende querer conseguir una paz. Es Vladimir Putin. El segundo jugador es otro payaso más viejo. Es un grosero gringo que produce flujos de palabras sin sentido. Él promete parar la guerra en 24 horas, en una semana, en un mes… Enfurecido por su propia locura, está escupiendo nombres humillantes contra nuestro presidente Volodímir Zelenski. Este se llama Donald Trump. Él nunca podrá acabar con la guerra porque Putin no lo quiere. El tercer jugador es la vieja Europa paralítica que está preocupada por su bienestar. Empieza a sospechar que la partida en que toma parte es una farsa, pero prefiere seguir viviendo con los ojos cerrados. La vaquilla es Ucrania. Es la misma vaquilla del final de la película de Berlanga. El pobre animalito murió en tierra de nadie martirizado por las manipulaciones de los jugadores. El público está contentando la puesta esperpéntica en sus teles y está siguiendo las noticias en sus redes sociales. Algunos ya están cantando: «Ella se murió de pena siendo buena». Ellos disfrutan del espectáculo, hay otros que están enfadados, pero la mayoría se quedan indiferentes.

Así es cómo veo yo las negociaciones iniciadas justo en la víspera del 24 de febrero del 2025. Sin embargo, es una apariencia porque las vacas ucranianas no son vaquillas españolas —no van a esperar el momento en el que las dejen morirse—. He visto una obra de arte que representa a las vacas ucranianas en época de la guerra. Ellas comen la hierba que crece en la tierra en que los cadáveres rusos están enterrados. En esta tierra crece la hierba envenenada por el odio. Como resultado, nuestras vacas tienen dientes de lobos y cuernos afilados como espadas.

Lo digo no porque seamos una nación militarista. Queremos y merecemos la paz más que muchos otros países en el mundo. Somos vacas pacíficas, pero no tememos otra salida que seguir luchando porque la paz sin garantías de seguridad llevará al exterminio completo de Ucrania. Y es por eso que cada vaca ucraniana debe saber morder y ¡morder bien!