Buenas y malas noticias sobre nuestra deuda pública
OPINIÓN

Hace unas semanas, el Banco de España publicaba el dato definitivo del saldo de deuda pública del 2024.
El stock o volumen de deuda pública global de todas las Administraciones públicas de España (Estado, comunidades autónomas, corporaciones locales, Administraciones de Seguridad Social y subsectores de la Administración pública) se sitúa en 1,622 billones. Como el PIB al finalizar el año era de 1,593, el llamado ratio de deuda pública sobre PIB se eleva al 1,018 o el 101,8 % del PIB, es decir, sigue habiendo más deuda pública en circulación que todo lo que se produce en nuestro país en un año.
El volumen de deuda pública en circulación viene determinado por los sucesivos déficits públicos que el Estado va generando año tras año. Evidentemente, si no existieran déficits públicos o si estos fueran compensados por superávits públicos en años posteriores, no existiría la bola de nieve de la deuda, que no es más que la suma de los saldos de déficits que van entrando año tras año, no compensados por superávits (la última vez que España registró superávit fiscal fue en el 2007). La deuda se va amortizando o reduciendo a medida que el Estado paga intereses, pero entra nueva a medida que se generan déficits. Esta deuda se financia (pide prestado) en los mercados, esos fondos de inversión (algunas veces satanizados y llamados buitres) son los que mayoritariamente compran la deuda, es decir, los que nos financian las pensiones o la sanidad.
El dato del Banco de España arroja buenas y malas noticias. La buena es que la deuda sobre el PIB se ha reducido hasta ese 101,8 % desde el 105,1 % del año 2023. Esto es algo sin duda positivo porque muchos países de Europa y de la OCDE aumentan ese ratio. La mala noticia es que, aunque descendente, sigue siendo el cuarto más elevado de la Eurozona. Con datos del 2023, solo estaban peor Grecia, Italia y Francia. Y tampoco es buena noticia que la reducción del ratio no sea por reducción de la deuda, sino por aumento del PIB.
Efectivamente, el montante de deuda pública ha crecido en el 2024, pasando de 1,575 billones en el 2023 a 1,622 en el 2024. La deuda pública ha crecido en un año en 47.000 millones de euros, un 3 % (como referencia, el PIB de Galicia es 73.356 millones en el 2023).
Afortunadamente el crecimiento del PIB ha sido mayor. En términos reales ha crecido el 3,2 % (las evoluciones del PIB se hacen en términos reales, descontando la inflación, para hacer un comparativo objetivo), pero en términos nominales, con inflación, ha avanzado mucho más, el 6 %, esto baja la ratio por mayor aumento del denominador (el montante de deuda está en términos nominales).
Este aumento de la deuda pública lógicamente ha venido de la mano del déficit público del 2024. Todavía no se ha publicado el dato de ese año, pero casi seguro se situará en los niveles del 2023, sobre 50.000 millones (es menor el aumento de déficit que el de la deuda porque trozos de la deuda se amortizan constantemente). Y sorprende que el excelente crecimiento del PIB y el consiguiente aumento de la recaudación fiscal, así como las constantes subidas de impuestos (desde el 2015 no se deflacta la tarifa estatal del IRPF), no hayan tenido más éxito en la contención del déficit y la deuda.
Y lo que está detrás de todo es el imparable aumento de gasto público materializado en todas las partidas. Y preocupa especialmente en el 2024 por su intensidad el avance de una: la deuda de las Administraciones de Seguridad Social. Esta partida ha aumentado durante el 2024 en más de 10.000 millones, casi el 9 %, hasta 126.000 millones, a causa de un sistema de pensiones que genera año tras año un déficit creciente, reflejo de la insostenibilidad a largo plazo de nuestro sistema de pensiones, pero nuestros políticos siguen mirando para otro lado.