He aquí al presidente de los Estados Unidos de vuelta, digamos, al lugar del crimen. Sentado, en fin, a la mesa del despacho oBar, perdón, del despacho oval, cuatro días después de prácticamente leerle aquí sus derechos a su perplejo homólogo de Ucrania; por momentos, parecía que a Volodímir, por defenderse de la agresión de Putin, lo iban a cachear y a enviar esposado a Guantánamo. He aquí a Donald Trump, pacifismo en tres palabras: hágase mi voluntad. Y la cosa pinta a que se hará. He aquí al hombre empeñado en hacer del mundo una ensaladilla rusa, a punto de firmar una guerra comercial con México, con Canadá y con China. He aquí al señor color naranja pintando el futuro de color negro, otro día más, otro poco más. He aquí a Potus 47, antes Potus 45, con esa mirada entre ¿quieres que también te haga a ti un Zelenski? y ¿no hay nada más de merendar? Sí, es un milagro que esta foto no haya salido movida.