¿Despertará Europa?

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

Nacho Doce | REUTERS

06 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El despertar (The Yearling) es una maravillosa película de 1946, protagonizada por Gregory Peck, Jane Wyman y Claude Jarman Jr, de cuando el cine tenía sustancia de verdad (no la de ahora). Aunque abarca diversas subtramas, la principal es la pérdida de la inocencia, justo lo que le acaba de pasar a Europa tras la toma de posesión de Trump como presidente norteamericano. De repente, millones de ciudadanos pacifistas, antibelicistas y muy preocupados por el ecologismo o el feminismo se han dado cuenta de que el mundo sigue igual que hace 90 años y solo hay una forma de asegurar esos valores: con las armas. No tiene que ser activamente, puede ser de forma disuasoria, como cuando Putin amenaza con apretar el botón nuclear. Pero hay que armarse, hay que invertir en la industria militar y, llegado el caso, estar preparados para la guerra, aunque efectivamente sea lo peor que le puede pasar a la humanidad. Lo contrario es una ingenuidad.

Europa se ha movilizado y propone invertir 800.000 millones de euros para su defensa. Probablemente, también tomará medidas para hacer frente a las consecuencias económicas de la batalla de aranceles que ha iniciado el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Pero ¿qué ocurre con nuestra dependencia tecnológica de Estados Unidos? Nuestro continente solo domina el 10 % de la producción de semiconductores, a pesar de contar con la mayor empresa mundial de equipos de fotolitografía para fabricar obleas de silicio (ASML). Seguimos utilizando el sistema de posicionamiento global (GPS) de EE.UU. y para ir al espacio dependemos de la cápsula Dragon de Elon Musk; hasta para hacer turismo suborbital, como Calleja, hay que montar en el cohete de Jeff Bezos, el fundador de Amazon. Google controla el 72 % de los móviles a través de Android y Apple otro 27 %, hagan la suma. Gmail, Windows, WhatsApp, Instagram, ChatGPT y otros modelos de IA... Esta semana, en el Mobile World Congress, un alto directivo de la industria de las telecomunicaciones se preguntaba si íbamos a seguir bailando al son de nuestro antiguo amigo americano, que ya no se puede considerar así nunca más. Quizá sea el momento de girar nuestra cabeza y, en vez de mirar al otro lado del Atlántico, fijarse en lo que pasa en el lejano Oriente.