Todo parece indicar que la paz puede extenderse a Ucrania en fecha muy próxima. Al menos hacia esto parecen apuntar las conversaciones en curso, como las mantenidas en Riad (Arabia Saudí) entre el secretario de Estado de EE.UU. y su homólogo ruso, que acordaron avanzar hacia la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países y trabajar en un plan para poner fin «lo antes posible» a la guerra. La realidad de las conversaciones EE.UU.-Rusia es que parecen considerar a Europa como un poder marginal, reduciendo así el mundo a un muro tripolar formado por Estados Unidos, Rusia y China.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha asegurado que «estamos en una era de rearme», y ha presentado las líneas maestras para movilizar hasta 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años, en su plan de rearme de la UE, diseñado para aumentar el gasto de defensa en tiempos de máxima incertidumbre internacional. Un plan que se impone en un momento crucial para Europa, en pleno desgarro con su socio histórico —Estados Unidos— por la política de Donald Trump y su progresivo acercamiento a la Rusia de Vladimir Putin, en un contexto de congelamiento de la ayuda militar a Ucrania.
¿Es posible alcanzar, en este contexto, un futuro de acuerdos y de paz en Ucrania? Probablemente no será imposible, pero los caminos siguen pareciendo difíciles de transitar. Y quizá habrá un nuevo encuentro de Zelenski con Trump que rehabilite el proceso ahora interrumpido. Porque son los intereses mutuos que acuerden Trump y Putin los que abrirán el camino del futuro, como bien ha dicho el disidente ruso Mijail Jodorkovski. Un camino de paz para Ucrania.