Creer o no creer, contradicciones

Nieves Lagares
Nieves Lagares Diez EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDADE DE SANTIAGO

OPINIÓN

Marta Perez | EFE

03 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

No es fácil escribir sin situarse en uno de los extremos, a veces, parece que no se puede opinar si no lo haces desde posiciones polarizadas, porque, aunque la mayoría de la ciudadanía tenga opiniones centradas, los que la expresan con contundencia están en los polos.

Dice la ministra que no comprende la sentencia de Alves, yo tampoco; pero a estas alturas del partido ya no sé si no la comprendo o simplemente no la comparto. Y las dos son cosas muy diferentes.

Mientras la primera se asienta en que sé demostradas las pruebas, y a la vista de estas la resolución me parece inaceptable, la segunda refiere mi creencia en la versión de la víctima y cómo la sentencia contraría mi creencia.

Claro, cuando empiezo por llamarle víctima, antes de ser juzgada, todo lo demás cae por su propio peso; yo siempre estoy con las víctimas, por definición y por justicia, y si la justicia no está con las víctimas entonces la justicia no es justa.

El problema es que la falta de pruebas no hace que la joven deje de ser víctima, y, por otro lado, concebir que Alves sea la víctima rompe con toda la «naturaleza general» de estos casos, vamos a llamarle así, y también, dicho sea de paso, con mi predisposición ética y política sobre las agresiones sexuales. Y por si eso no bastase, está lo de la opinión pública o publicada, el juicio paralelo y la construcción enjuiciada del caso, que hace que todos y todas tengamos que tener una posición desde el primer minuto hasta después del último minuto del caso.

Todas sabíamos que Alves era culpable, no había ninguna forma dialógica de rebatir el argumento, quien se hubiera atrevido a defender a Alves era lo mismo que él; y, ahora, no podemos dar marcha atrás y desdecirnos todas.

¿Qué pasa cuando tienes el convencimiento de que es cierto pero las pruebas no lo demuestran? Ese es el verdadero problema de estos casos: el «yo sí te creo» salva la solidaridad social pero no puede servir para la condena legal, y en ese sentido la presunción de inocencia tiene que estar legalmente por encima de cualquier otro derecho social o político. No es justo con mi creencia y mi convencimiento, pero es la única justicia posible.

La ministra se ha equivocado porque, por muy convencida que esté María Jesús Montero de lo que dice, la única que no puede decirlo es la ministra; porque no se trata de un error de la justicia, si realmente las pruebas no son consistentes es la justicia la que está limitada, la que se ha impuesto y responde a sus propios límites, más allá de la creencia y el convencimiento.

No es un gran mensaje para las víctimas, pero una cosa es la condena legal y otra la social; la mayoría de las veces deberían ir de la mano, pero alguna vez tengo objeciones morales a la justicia justa. Contradicciones.