
Un eminente científico dice que los horarios españoles son «aberrantes» y que la solución es retrasar la hora oficial (huso). Por esa regla de tres, las olas de calor de España serían culpa del termómetro y habría que combatirlas cambiando la escala de temperatura; o sea, que si estamos a 40ºC, la solución sería borrar el número 40 y escribir en su lugar el número 25, por ejemplo. No entiende que la elección de un huso horario no es más que la elección de una escala de números para identificar momentos, y que solo es necesario que la sociedad conozca esa escala.
En estos días se produce en Galicia el último atardecer de Europa continental: obviamente tendremos que ser de los últimos europeos en comer, en cenar y en acostarnos. Y eso sería así aunque usásemos la hora de Perú. En la conferencia que en 1884 estableció el sistema de husos horarios, una de las opciones razonables que se barajó fue establecer un único huso para todo el planeta, y no pasaría nada. Tenemos el mismo huso que Italia o que Polonia, pero no tenemos los mismos horarios que Italia o Polonia. El Sol pasa por Roma 1 hora antes que por Madrid (y por Tokio, 10 horas antes). Por eso los italianos en promedio se levantan, comen, ven la tele y se acuestan 1 hora antes que los españoles (¡y los japoneses 10 horas antes!). Y eso sería así aunque usasen la hora de Perú.
A ver si nos queda claro: podemos tener el mismo huso y distintos horarios que ellos, o distinto huso y mismos horarios; ambas opciones son válidas. La vida de la sociedad española sigue correctamente su Sol.