El AVE aún está pendiente

OPINIÓN

18 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La inyección de optimismo que recibió Galicia con la llegada del AVE a Ourense el 21 de diciembre del 2021 se ha ido transformando con el paso del tiempo en causa de creciente frustración. Más de tres años después, Renfe mantiene en la comunidad un servicio de segunda o tercera categoría, que no solo no cumple las expectativas anunciadas, sino que cada mes empeora más, como también sucede con las líneas de media distancia, que son las más utilizadas por los gallegos.

La última prueba del deterioro del servicio es la imposibilidad de programar con suficiente antelación la compra de billetes, puesto que solo se ponen a disposición de los viajeros en plazos muy cortos, que a día de hoy no alcanzan más allá del 27 de mayo. Como muchos usuarios han expuesto en este periódico, el perjuicio, que no se da en el resto del país, va en aumento y obliga a desistir y buscar otros medios de transporte alternativos.

Si la mala planificación de Renfe es desconsiderada, incompetente y discriminatoria con los gallegos y los que vienen a Galicia, peor es el incumplimiento de este y del anterior Gobierno con la comunidad. El AVE llegó tarde y llegó mal.

Primero, con una absoluta falta de visión de futuro, se decidió ahorrar donde no se debe y se construyó una infraestructura raquítica, que pone muchos límites a la alta velocidad. Y, además, también por ahorrar, se dejaron 120 kilómetros con vía única, lo que impide aumentar frecuencias, ya que los trenes no pueden cruzarse en esos tramos y tienen que esperar. Aún reconociendo la envergadura de la obra en los túneles y viaductos de entrada a Galicia, también es cierto que en ningún otro desarrollo de la alta velocidad en España se actuó con tanta cicatería.

La falta de ambición en el proyecto hizo, además, que en la línea Madrid-Galicia tengan que usarse dos anchos de vía distintos (el internacional y el ibérico), lo que, por una parte, obliga a disponer de trenes especiales capaces de circular por los dos, y por otra, provoca más incidencias y peores tiempos en el tramo gallego. Incluso se impide que otros operadores puedan competir con Renfe en servicios y precios, puesto que no disponen del material adaptable.

Por todo esto, el AVE a Galicia todavía está pendiente. Ninguno de los objetivos de tiempos de viaje que se habían marcado se ha cumplido. Mientras el trayecto entre Madrid y Barcelona se cubre en 2 horas y 37 minutos, ir de Vigo a la capital requiere en el mejor de los casos 4 horas y 8 minutos, y lo mismo sucede con las demás ciudades gallegas (excepto Ourense), pese a que todas iban a estar a menos de tres horas y media. Ni la infraestructura ni la disposición del servicio, con pocos trenes directos, lo permiten.

Con todas estas carencias, la deuda que tiene el Estado con Galicia por el AVE inconcluso no es la única. El eje ferroviario atlántico, vital para dar servicio a la comunidad de norte a sur, pierde calidad porque convoyes de pasajeros y mercancías tienen que usar la misma vía; la comunicación por tren entre áreas muy pobladas, como A Coruña y Ferrol está obsoleta, y parece que aún falta mucho tiempo para que Galicia pueda contar con ferrocarriles de cercanías en sus áreas metropolitanas.

Así las cosas, las deudas con la comunidad gallega en materia ferroviaria sí aumentan a alta velocidad. El Gobierno debe empezar a pagar pronto.