El milagro del santo Mazón

OPINIÓN

Ana Escobar | EFE

18 abr 2025 . Actualizado a las 10:09 h.

Necesita que sus dedos vigilen que el asiento permanece y que nadie osa ocupar su sitio. Que no ha sido reemplazado, ni cancelado, ni purgado, ni destituido. Que, oh, honestidad, no ha dimitido, ni siquiera en sueños. Que culo y respaldo siguen en su lugar. He aquí a Carlos Mazón, en cuerpo y alma. Sus dedos, como quien no toca la cosa. Su mirada, como quien no mira la cosa. Capaz de pasarse la tarde del fin del mundo en El Ventorro mientras Valencia sufre el peor día de su historia y justificarse con que hasta los regüeldos de esa jornada opípara son producto de «las mentiras de la izquierda». Que sobre tamaña sobremesa, mire usted, pregunten si eso al tal Pedro o a la tal Begoña Gómez. Carlos Mazón. Políticamente, un cero. Moralmente, un menos diez. De ser santo, sería san Suplicio, san Tormento y san Calvario. Es un milagro de los malos que siga ocupando el trono valenciano. Pero si hasta lo sabe Alberto, que cuando España despertó, el lagarto Carlos todavía estaba allí.