¿Por qué le llaman debate?

M.ª Carmen González Castro
m.ª carmen gonzález VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

César Martínez | EUROPAPRESS

24 abr 2025 . Actualizado a las 12:30 h.

Una lluvia de promesas, por un lado, y una lluvia de críticas por el otro. Este es un resumen simple del llamado debate del estado de la autonomía, que ayer acogió el Parlamento de Galicia. Como su nombre indica, debería ser un repaso por la situación económica y social de la comunidad, una ocasión de lucimiento para los líderes políticos, y una oportunidad para buscar consensos que contribuyan a avanzar. Pero no. Un debate más para golpear al contrario.

Poca autocrítica por parte del presidente Rueda —implícita en algunas medidas propuestas para corregir desajustes como la falta de plazas en residencias de mayores—, algunas promesas que suenan a reedición —otra convocatoria de ayudas para sacar más viviendas al mercado— y algunas propuestas novedosas —un bono de 50 euros para que los gallegos coman más pescado o 180 millones para el sector aeroespacial—.

Y duros ataques por parte de la oposición, que llegó envuelta en la satisfacción por el golpe al proyecto de Altri anunciado la noche anterior en un tuit por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Que si es un presidente desleal, que si es un Gobierno sin liderazgo y que solo es capaz de traer proyectos que expolian y contaminan Galicia. También hubo tiempo para que Pontón y Besteiro expusieran algunas medidas alternativas, pero siempre en medio de una foto dramática del país y de muchas frases efectistas: «A política fácil non é útil, pero a política útil non é fácil», «Galicia está perdendo cando temos todo para gañar».

Hoy es el día en que el que los partidos negocian y pactan. Un año más, algunas medidas, de poco calado, serán apoyadas por los tres. Pero no afrontarán juntos por dónde debe transitar la reconversión energética o qué proyectos industriales son realmente estratégicos. Cuestiones en las que están a años luz de distancia, y en las que Galicia se juega de verdad su futuro. No solo no habrá consenso, sino que no habrá la más mínima voluntad de dejar de lado los prejuicios ideológicos para llegar a un acuerdo. Y esa sería la única forma de que Galicia tuviese una hoja de ruta de futuro firme, independientemente de quien gobierne.