Estoy realmente decepcionado con la crisis del apagón. Aguardaba ansioso la declaración del presidente del Gobierno confirmando que se trataba de una invasión extraterrestre, que esta vez, por fin, comenzaría por la península ibérica en lugar de Estados Unidos —que es donde los marcianos desembarcan siempre—. Pero no. Lo cierto es que los ufólogos últimamente no lo tenemos nada fácil. A las risas y los desprecios de los academicistas tenemos que sumar actitudes como la de Pedro Sánchez, que quiere negar lo evidente, y pretende hacerlo pasar por un ataque informático. ¡Ja! No se lo cree ni él. Lo único que esperamos conocer de las autoridades es la causa por la que los extraterrestres abortaron. Hay quienes creen que se enredaron con la laberíntica red eléctrica y quienes, simplemente, piensan que se equivocaron de país y, al ver el caótico panorama, recogieron y pusieron rumbo a Estados Unidos. Puede ser.
En 1938 el actor y director estadounidense Orson Welles —cuyas cenizas andan esparcidas por España— retransmitió en directo el primer intento de desembarco de los alienígenas en aquel país, que los radioyentes escucharon con verdadero pánico. Luego se dijo que en realidad se trataba de una versión teatralizada de la novela La guerra de los mundos, de H. G. Wells. Pero es muy raro que el apellido de ambos coincida. ¡Qué casualidad! Ahora, tras este segundo fracaso, en Marte deben estar viviendo una fuerte crisis de gobierno. Pero aquí seguimos mirando para otro lado.