
El martes conocimos, en las páginas de La Voz de Galicia, los deberes que el Sergas plantea para los objetivos de gestión del próximo año. En general: números, tiempos de espera… que se antojan de improbable cumplimiento, en un contexto, como el actual, de limitación a corto-medio plazo de disponibilidad de médicos y con una demanda creciente e imparable.
¿Dónde queda la calidad, la eficiencia, la longitudinalidad en los actos médicos, para que esos deseables números sean algo más que una cifra aparente y se traduzcan en beneficios reales para los pacientes, en valor añadido y en verdaderos resultados en salud? ¿Resulta esto posible en consultas masificadas, en servicios saturados de ingresos, con profesionales sobrepasados de actividad asistencial?
Más allá de una irreflexiva y propagandística carrera hacia la accesibilidad infinita para los usuarios, ¿hay alguna apuesta estratégica para ajustar la oferta y racionalizar la demanda, explicando con honestidad y pedagogía a los ciudadanos la realidad sanitaria, los límites en los que nos movemos, los cambios a los que esta realidad obliga y la diferencia entre lo que parece urgente y lo que es verdaderamente importante? ¿De verdad cree el Sergas que no es urgente ya reordenar dispositivos asistenciales para agrupar los limitados recursos humanos y hacer posible una asistencia de calidad y eficacia no abocada al mero «sálvese quien pueda y mañana será otro día» en el que muchos profesionales sanitarios vivimos demasiadas de nuestras jornadas laborales? Con la rápida pérdida del entusiasmo, incluso en los médicos jóvenes, y el burnout precoz que esto conlleva.
¿Dónde quedan las formulas para desburocratizar con la contundencia necesaria la labor de los médicos y permitirles el tiempo imprescindible para una atención personalizada, humanizada y eficiente con los pacientes? Si estas formulas se han quedado nada más que en un aplicativo informático en atención primaria, una nueva oportunidad se ha perdido. ¿Dónde están —más allá de muy honrosas excepciones— los nuevos modelos de autogestión de los equipos en atención primaria con liderazgos médicos potentes y con la capacidad de aunar esfuerzos entre las diferentes categorías profesionales (facultativos, enfermería, administrativos…), con el objetivo común del paciente como centro del sistema?
¿Hay algún proyecto para actualizar las herramientas tecnológicas, ahorrar tiempo y liberar de registros poco útiles y farragosos a los profesionales que cargan con la asistencia directa? ¿Para cuándo la llegada suficiente de nuevas profesiones, idóneas para algunas de las tareas que hoy se acumulan en el quehacer médico de cada día: psicólogos, fisioterapeutas, podólogos…?
Estos deberes y algunos más son los que, de verdad, se nos ocurren para el Sergas los próximos años.