
Estoy muy alegre, contento y sorprendido porque gracias a Dios los padres cardenales no se dejaron llevar por todas esas quinielas que había. Y una vez más, tanto ellos, obrando en libertad, como el Espíritu Santo nos han dado un nuevo papa, el cardenal Robert Francis Prevost. Y no debemos olvidar su segundo apellido, Martínez con raíces hispanas. Y él ha elegido el nombre de León y hay que recordar que el anterior pontífice que eligió ese nombre fue un magnífico papa a finales del siglo XIX y a principios del XX. Se caracterizó por ser un gran innovador dentro de la Iglesia, de manera especial en lo que se refiere a las cuestiones sociales.
Tengo que reconocer que al verle me he emocionado. Le conocía, aunque no personalmente porque el cardenal Prevost era hasta ahora el prefecto del Dicasterio para los Obispos, esa especie de ministerio que tiene la Santa Sede para dirigir las cuestiones relacionadas con los obispos de todo el mundo. Cabe destacar que es un hombre de una gran ternura, de una gran humanidad. Le he visto muy emocionado, conteniendo las lágrimas y ha repetido esa frase tan bonita de San Agustín: «Con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo». Todos juntos tenemos que acoger a todos». Quiero resaltar también cómo supo utilizar el símil y alegoría de esa belleza arquitectónica de la plaza de San Pedro que se abre para acoger a todos. Habló, obviamente, de una iglesia abierta y sinodal.
Hay otra cosa para mí que ha dicho y que considero muy importante. Además debemos fijarnos que la ha repetido varias veces en su primera intervención. Ha hecho referencia y ha pedido por la paz. Y es que el papa no solo es el sucesor de Pedro, el vicario de Jesucristo y obispo de Roma, que para nosotros los católicos tiene un significado muy grande. Pero hay que tener en cuenta que para los hombres de buena voluntad el significado que tiene también es grande, porque se convierte en un heraldo de la paz y en un creador de puentes en una sociedad como la nuestra.
En definitiva, tenemos que dar gracias a Dios por el papa suscitado en la iglesia para esta segunda parte de este tercer milenio. Y, además, en clave española debemos valorar que en su primera presencia en la logia de San Pedro ha pronunciado unas palabras en castellano. Él se dirigía a su diócesis de Chiclayo, en Perú, y quiso acordarse del talante misionero de su iglesia donde había allí gallegos y españoles.
Leonardo Lemos es obispo de la Diócesis de Ourense