Malos tiempos para la ciencia
OPINIÓN

Estamos afrontando tiempos de oscuridad. No es una gracieta fácil sobre lo que nos ha ocurrido recientemente en España que, a tenor de lo que nos ha contado el presidente del Gobierno, casi fue una bendición porque sacó lo mejor de nuestro civismo. Un comentario que se me antoja irónico cuando se contrapone con otro: qué hubiera pasado si en lugar de doce horas habláramos de tres días. Una idea que ha plantado entre mis orejas la reciente adaptación para el cine de la soberbia novela gráfica de finales de los 50, El Eternauta. Distopía apocalíptica en estado puro adelantándose a los tiempos, tiempos oscuros traídos recientemente desde occidente por la mano de un emperador-papa-presidente, que vocifera y manda de forma incontenida.
No voy aburrir al lector con ejemplos de los que se ha dado buena cuenta en periódicos e informativos sobre los primeros 100 días de Trump, pero si quiero centrarme en lo que ha ocurrido hace poco. Tal y como recoge la revista Science, el presidente ha pedido al Congreso de EE.UU. un recorte masivo, brutal y sin precedentes del presupuesto para investigación destinado al 2026. Las cifras, para una pequeña nación como España, son mareantes. En general, el recorte solicitado es del 23 % en I+D civil. Dicho así ya asusta, pero puesto en dólares, mete miedo: se trata de reducir el presupuesto en 163.000 millones de dólares. La totalidad de nuestros fondos para toda la I+D, no actualizados, porque no se han presentado unos presupuestos generales del Estado, fue de unos 22.300 millones de euros en 2023 (datos del INE). Ese hachazo a la financiación en investigación alcanzará a todas la agencias del país, desde los institutos de salud, pasando, entre otras, por la Fundación Nacional de la Ciencia, la NASA y la Agencia de Protección Ambiental hasta los centros de control y prevención de la enfermedades cuya labor de vigilancia y acción en la pasada pandemia no necesito resaltar.
Es una pésima noticia para los científicos estadounidenses, para los extranjeros que trabajan allí y, en realidad, para toda la ciencia mundial. Además, el anuncio tiene un reverso tenebroso, que no es otro que el aumento paralelo y masivo de los fondos para defensa. Traigo esto a colación al recordar lo que esta ocurriendo en España. El Gobierno, en un alarde fastuoso de encaje de bolillos, después de desdecirse y enfrentarse consigo mismo, ha comunicado a la ciudadanía, que no al Congreso para su votación, un aumento en el gasto de defensa trufándolo de epítetos almibarados y confusos que no despistan a nadie, ni al ciudadano de a pie, ni a sus socios y, supongo que menos, a la UE y a la OTAN. Ese anuncio, muy poco claro y detallado, lleva siempre la coletilla de que no se tocara un euro de las partidas sociales. Desde la época de la alquimia en donde era posible la transmutación de los metales y el desafío a los principios de la termodinámica, es decir, la magia, nadie ha podido materializar con éxito la venta de duros a cuatro pesetas ni la multiplicación espontánea de los euros. Mirando al emperador del otro lado de charco me pregunto en dónde caerá el hachazo en nuestros presupuestos, porque es un hecho que la magia no existe pero la mentira sí.