
El 24 de febrero del 2022, Putin madrugó para iniciar la guerra contra Ucrania. El 10 de mayo del 2025, trasnochó para anunciar que quiere negociar con Ucrania. Ante un puñado de periodistas somnolientos, Putin dijo que quiere «reanudar negociaciones directas», «sin condiciones previas» e «inmediatamente el próximo jueves». Le entraron las prisas a Vladimir.
La desconfianza en el dirigente ruso es obvia, pero varios factores podrían estar creando una atmósfera favorable a la negociación. El propio Putin dio a entender que su propuesta surgió tras hablar con sus tres aliados presentes en Moscú para celebrar el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial: Xi Jinping, To Lam y Maduro. ¿Quizá Xi le dijo a Putin que negocie, y quizá a Putin no le pareció mala idea?
China oxigenó económicamente a Rusia para iniciar la guerra y para no perderla, pero parece estar agotándose. En lo militar, Ucrania sigue impidiendo avances significativos de las tropas ruso-norcoreanas. En lo económico, diversos informes, incluyendo datos oficiales chinos y rusos, constatan un debilitamiento del vínculo comercial entre ambos socios por una combinación de factores, desde las sanciones hasta los aranceles, pasando por la saturación del mercado.
La reacción internacional a favor de la negociación ha sido unánime. Zelenski no tardó en invitar a Putin a la negociación cara a cara. Llegó pronto el respaldo de Europa, de Estados Unidos y hasta del Sur Global, con el comunicado de China y Brasil del 13 de mayo. El agresor dice que quiere negociar —y reconoce al agredido como interlocutor directo—, el agredido quiere negociar —y se planta en Turquía para un cara a cara— y los aliados de ambos quieren que negocien. ¿Qué falta? Que negocien.
El 15 de mayo tuvo lugar la reunión histórica entre ucranianos y rusos en Estambul, bajo mediación turca. Turquía, país blando con Rusia, pero miembro de la OTAN y colaborador activo de Ucrania, facilitó otros acuerdos entre ambas partes, como intercambios de prisioneros y el gran acuerdo de cereales.
Los hechos hablan de una Rusia incapaz de ganar la guerra y pidiendo una negociación directa con Ucrania en territorio OTAN. Los hechos hablan de una Ucrania y de una comunidad internacional agotadas tras años de horror y sufrimiento. Si hicieron falta más de tres años y cientos de miles de muertos para lograr una primera reunión, de noventa minutos, de bajo nivel y resultados modestos, imagínense lo que falta para lograr la paz.