El reto más urgente se llama vivienda

M.ª Carmen González Castro
M.ª carmen gonzález VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

Laia Mataix Gómez | EFE

22 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Corruptelas, transición energética con apagón incluido, pensiones, financiación autonómica, inmigración, rearme o falta de presupuestos: son solo algunos de los desafíos que enfrenta el actual Gobierno. No solo eso. Sino que además debe resolverlos con un Ejecutivo en minoría que depende de unos supuestos socios que en lo único que piensan es en despellejar a Sánchez y al resto del país.

Pero en medio de todos esos retos sobresale uno básico y de los más trascendentales: la imposibilidad de que miles y miles de españoles puedan acceder a una vivienda digna.

¿Por qué es tan grave? Porque afecta de forma directa e inmediata a la gente. Sostener las pensiones es complicado, pero no dejan de pagarse de un día para otro. La transición energética se va haciendo; el gasto en rearme llevará su tiempo; incluso sin Presupuestos el país va tirando. Pero cuando una familia o un estudiante necesita un techo hay que resolverlo en semanas, o en días, y no encontrar solución es un verdadero drama, especialmente para los sectores más humildes.

En el actual bloqueo del mercado juegan varios factores. De un lado, la escasez de oferta: los propietarios no alquilan por una ley que complica el desahucio en caso de impago. Otros prefieren convertir la vivienda en turística porque es más rentable y tiene menos riesgo. El resultado es que lo poco que sale al mercado está por las nubes.

Otro tanto ocurre con la venta. Tras el parón que siguió al estallido de la burbuja del 2008 el ritmo de construcción no satisface la demanda y, de nuevo, los precios solo están al alcance de unos pocos.

Desde luego no es un problema con una solución ni fácil ni inmediata. Requiere políticas a largo plazo en un país en el que la vivienda pública escasea; requiere dar seguridad a los propietarios para que saquen al mercado pisos cerrados; incluso quizás también hace falta darles incentivos. Pero sobre todo, exige que todo ese enorme crecimiento de la economía, que nos coloca a la cabeza de Europa, se traslade a los salarios. Porque si los sueldos subiesen, seguramente el panorama sería muy diferente.