La importancia de la casa

Cristina Gufé
Cristina Gufé VENTANA ABIERTA

OPINIÓN

28 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde sus orígenes, la filosofía ha estado vinculada a la ciudad —Crotona, Atenas...—; no ha sucedido lo mismo con la casa, pese a que encierra posibilidades para el conocimiento. Lo expone Emanuele Coccia en su libro Filosofía de la casa. Nos dice que la casa, aunque la relacionamos con aspectos arquitectónicos y de diseño, es una realidad de tipo moral: en ella expresamos nuestro deseo de felicidad. La considera un artefacto de naturaleza psíquica que exige ser llenada con objetos que encierran sujetos. Es decir, las paredes vacías no son casas, se precisan muebles, alfombras, libros, etcétera. Detrás de cada objeto se halla presente aquel que lo ha creado, compartiendo así nuestras estancias una curiosa forma de animismo. La sobrecarga de cosas nos agobia, por eso cuando pasamos tiempo sin salir nos sentimos mal, afectados por las fuerzas que mantienen los objetos entre ellos y que nos rozan de algún modo.

Las mudanzas permiten comprender la naturaleza oculta de la casa —que no es algo acabado, sino que está en formación, al igual que el proyecto de felicidad—; la creación de intimidad y comunicación con otros seres humanos, que es lo que se persigue a través de ella, acercarnos a su dimensión moral, brindándonos también la ocasión de establecer relaciones con los aspectos materiales. Coccia dice que hacemos casas para proyectar el alma que no nos cabe dentro del cuerpo. El ser humano no cesa en el intento de convertir el universo en habitación: las redes sociales han logrado la creación de espacios de intimidad para compartir con otros, por muy lejos que estén. Prevalece el interés por las interrelaciones, la expansión de la conciencia en la que nos sumergimos.

En el pasado, la casa quedó replegada al aspecto doméstico, dada la desigualdad de géneros: los varones brillaban mejor en la ciudad. Pero el futuro, según Coccia, será el lugar de todos, la casa será un planeta. El mundo se convertirá en un reducto habitacional disponible en todas partes, que se muestra a través del móvil: excrecencia tecnológica hecha de piedra. Al igual que los castores (ingenieros de la naturaleza) hicimos casas; en la actualidad, como caracoles, añoramos la comodidad en la que nos hallábamos antes de nacer, y el objetivo parece asemejarse al deseo de regresar a los orígenes.