
Aranceles. Es la palabra favorita de Donald Trump. La esgrime como arma política y como amenaza para la estabilidad mundial. Ha jugado con fuego con ella, poniendo en marcha una guerra comercial sin sentido. Y se ha quemado.
En Wall Street le han puesto un mote al presidente naranja. Le llaman T.A.C.O.. Es el acrónimo de Trump Always Chickens Out (Trump siempre se acobarda y da marcha atrás).
Él lo odia, porque simboliza sus fracasos y sus vaivenes. Y erosiona su imagen de hombre fuerte. Reacciona muy mal si le preguntan por él de forma pública, como hizo una periodista. Pero se ha convertido en tendencia en las redes, acompañado de todo tipo de memes paródicos hechos con inteligencia artificial. Hemos visto miles de veces la efigie del neoyorquino metido en el medio de un taco mexicano. También con cresta de gallo o vestido con trajes de pollo.
La explosión del trending topic de Trump coincide con un monumental revés político. La decisión de un tribunal federal de declarar «ilegales» la mayoría de los aranceles del presidente. Es un gran varapalo. Y coincide con otra crisis. Su antiguo «bro» Elon Musk ha abandonado la política. Con el rabo entre las piernas, en medio de un enorme descrédito y sin haber conseguido su imposible objetivo. Malos días para los populistas. Buenos para la democracia.