
A peticiones de parte, y ante una inferencia de una hipotética causa de mortalidad del pulpo Octopus vulgaris en Galicia por las lluvias, en razón de un trabajo publicado, leo (https://doi.org/10.1152/ajpendo.00251.2024). Se estudia la presencia de corticoides, indicadores de estrés en vertebrados como la robaliza o lubina, pero que no se detectan en el pulpo, ni sometido a un estrés. En el trabajo no se analiza la respuesta del pulpo a la salinidad.
El equipo de Pepe Iglesias del IEO estableció hace años que a una salinidad inferior a 20 psu (unidad estándar de salinidad) los pulpos no comen y mueren. En salinidades de 25 y 30 psu reducen su consumo de alimento y dejan de comer después de 2 días, pero todos sobreviven y se recuperan. Una salinidad de 30 psu podría ser el límite inferior recomendado para prevenir efectos negativos en el cultivo de pulpos. Salinidades observadas temporalmente en zonas interiores o en capas superficiales de las rías en épocas de lluvias copiosas y sostenidas.
En Sepia officinalis, el choco, se observó la presencia de corticoides. El choco de Redondela o el de Setúbal, también el del Umia o del interior de la ría hasta el Ulla. Zonas todas ellas donde los chocos desovan y fijan sus puestas sobre las plantas fanerógamas marinas, donde aún quedan, o en los ramallos de árboles sumergidos adrede por los pescadores. Zonas con amplia fluctuación de salinidad, derivada de lluvias y aportes fluviales, que podrían explicar corticoides en chocos como respuesta adaptativa.
Sin embargo, el pulpo, como repasamos con José Luis González, Caramelo, es difícil de pescar, incluso con bou de vara, en zonas internas de las rías, bien en Arousa por dentro de la isla da Bensa, O Chazo, o en la de Vigo dentro de Rande. Algo establecido en el trabajo de Pablo Pita y colegas (https://doi.org/10.1016/j.fishres.2015.07.021) donde, aplicando el Conocimiento ecológico tradicional (CTE) de los pescadores, aquel que tiene Caramelo, es fácil conocer las áreas de pesca de pulpo en las zonas externas y exteriores de Arousa, donde los posibles efectos de salinidad o lluvia no son determinantes. Una aproximación confirmada por el trabajo de Roura y colegas (https://doi.org/10.1038/s41598-023-35206-4) sobre ecología trófica de las paralarvas de pulpo, que permite determinar su distribución en el área de afloramiento de Canarias, desde Marruecos a Galicia. Las paralarvas eclosionan en áreas costeras y son transportadas por filamentos de afloramiento cientos de kilómetros mar adentro para completar la fase planctónica, agregando ventosas a sus brazos hasta alcanzar las 23-25, antes de regresar a las zonas costeras para convertirse en juveniles y adultos bentónicos, donde las lluvias y baja salinidad no les alcancen. Nada que ver con el choco. Si acreditamos solo en inferencias y premisas lluviosas, nuestro mar de dentro necesitará un hipotético Noé. Por más que los trabajos científicos los dirijan o realicen reconocidos investigadores gallegos.